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¿Cómo afecta la televisión a nuestra imagen corporal?

Actualizado: Mié, 03/12/2014 - 10:32

@angelicaferpuer

Tiempo atrás ya se oía la expresión "imagen corporal". Nathan Rosen la definía como "un concepto que informa de la manera en que uno se percibe, imagina, siente y actúa respecto a su propio cuerpo". Sin embargo, los medios de comunicación suelen ser los máximos responsables de transmitir a la sociedad valores relacionados con el físico y la imagen corporal. Ahora bien, ¿son acertados esos valores? y, todavía más, ¿son reales? A continuación viajamos desde la Venus de Willedor –en la prehistoria– hasta Greta Garbo, Marylin Monroe, Bo Derek, Claudia Shiffer y Megan Fox.

Un estudio de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos apunta por donde van los tiros:

"Los cambios que han ido sufriendo los cuerpos de las mujeres y los hombres, han sido en función de la moda. A lo largo de la historia, el ideal de belleza ha sido moldeado por el contexto social. Los medios de comunicación y las propias personas son muy exigentes con el físico, lo que crea una constante insatisfacción personal"

En la actualidad, según recalca la Asociación Americana de Obesidad, el 65% de los adultos y el 30% de los niños de Estados Unidos tienen sobrepeso. Los datos no son muy distintos a los de España donde más del 50% de la población activa presenta exceso de peso, cifra que en los niños oscila entre el 30,8% y el 44,5%. El estudio cita como factor desencadenante del riesgo de obesidad el mal uso de la televisión y menciona que, de promedio, los niños ven, aproximadamente, cuatro horas de tele al día.

Al respecto, los citados autores de Iowa revisaron y recordaron los distintos tipos y estilos de mujer que han triunfado a lo largo de la historia de la humanidad, revisando los diferentes cánones de belleza que han existido a lo largo de la historia: 

"En tiempos coloniales las duras condiciones y la falta de un entorno confortable, requería que todos los miembros de las familias pudieran contribuir a la supervivencia. Se preferían familias numerosas para que los pequeños colaboraran con el trabajo en el campo y en el hogar. Por ello, las comunidades valoraban a las mujeres físicamente fuertes y capaces (…) Sin embargo, en el siglo XIX los ideales cambiaron y las mujeres con cinturas diminutas eran las favoritas. Era deseable que un hombre de clase alta abarcara la cintura de una mujer con sus manos. Si las mujeres eran demasiado débiles para trabajar en esta época, era justificable el uso de esclavos. Un poco después, se hizo hincapié en la fragilidad femenina y a consecuencia de ello apareció el corsé, artilugio deseado por toda mujer con el fin de disminuir su cintura al máximo, a pesar de ser doloroso y  causar problemas de espalda, falta de aliento, dislocación vertebral, etc. Muchos autores coinciden en que la invención del corsé fue el principal impulso para el movimiento feminista en el siglo XX (…) Tras la Segunda Guerra Mundial, una vez más, los ideales cambiaron. Los hombres marcharon al frente de la guerra y las mujeres frente al trabajo. No sólo en casa cuidando de sus hijos, también en la industria textil. Una vez más, la sociedad procedió a valorar cuerpos fuertes y competentes para trabajar duro con el fin de que la industria prosperara. Posteriormente, los hombres llegaron a casa, trayendo nuevos valores culturales y enfatizando la visión de la familia tradicional y los roles de género. Las mujeres usaban más faldas y vestidos , ya que la la población comenzaba a decantarse por cuerpos más curvilíneos, como el de Marylin Monroe. En esta etapa se dio mucha importancia a la fertilidad. También este periodo marcó  el inicio del "baby boom" (…) En la década de los 60´s, es la lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres la que marca esta nueva etapa. La aparición de la píldora anticonceptiva ofrece una mayor libertad sexual. A partir de entonces, las mujeres queman sus sostenes e idealizan cuerpos delgados y juveniles como el de la modelo Twiggy”. 

Recientemente, el “Huffinngton Post”, se refirió también a este asunto, al informar cómo ha cambiado la idea de “cuerpo perfecto” en el último siglo, haciendo alusión a un estudio llevado conjuntamente entre la web Rehabs (especializada en luchar contra los desórdenes alimenticios) y la agencia de publicidad Fractl para indagar sobre las medidas del ideal de belleza de las mujeres y su evolución en el tiempo. Su conclusión es que el cuerpo de las modelos y estrellas de cine cada vez se aleja más de la media de las mujeres estadounidenses.

Veamos qué dijo el Huffington Post sobre este asunto:

“Aunque esos índices de masa corporal no distinguen entre grasa y musculatura, y, por tanto, es una medida bastante inexacta para determinar si existe un problema de obesidad, la evolución de los datos sí permite hacer comparaciones interesantes. Según el Centro de Control de Enfermedades de EEUU, el IMC de la mujer estadounidense ha ido en aumento en los últimos 50 años, de 24,9 en 1960 a 26,5 hoy en día” (…) “Rehabs.com señala que la diferencia del peso respecto al promedio de la mujer estadounidense ha aumentado del 8% en 1975 a cerca del 23% en la actualidad. Eso deja en evidencia que hay una diferencia destacable entre las medidas idealizadas y las de la población general”.

También la siempre entretenida revista “Yorokobu” se refirió a este tema el 16 de mayo de 2013. He aquí como empezaba el artículo que escribió Noemí Rivera:

“Mientras muchas mujeres hacen verdaderos sacrificios con dietas y horas de gimnasio demenciales para entrar y mantenerse en una talla 36 y así ajustarse a los cánones de belleza impuestos por el mundo de la moda, otras mujeres han tirado la toalla y sueñan con despertarse algún día en el siglo XVII, donde las mujeres rollizas eran de lo más apetitosas y anheladas. Rubens lo dejó claro. (…) Hemos pasado de venerar cuerpos rgordetes y pieles de porcelana a querer tener la más oscura de las teces cubriendo nada más que un montón de huesos”

En concreto, Yorokobu distinguía estas etapas:

  • * Prehistoria: En este periodo, los hombres preferían a las mujeres de grandes senos y caderas anchas, puesto que se asociaban a la fertilidad, la abundancia y la capacidad de parir y criar hijos sanos y fuertes. Modelo de mujer ideal: La Venus de Willedor.
  • * Renacimiento (siglos XV – XVI): No hay más que fijarse en las pinturas de los artistas de la época: cuerpos redondeados, manos y pies finos, pechos pequeños y firmes, tez banca y mejillas sonrosadas, labios rojos, cabello rubio y largo, frente despejada y ojos grandes y claros. Modelo de mujer ideal: La Venus o la Primavera de Boticcelli, la Monalisa de Leonardo Da Vinci…
  • * Barroco (siglos XVII – XVIII): Se empiezan a estilar cuerpos más rellenitos: caderas más anchas y cintura estrecha, brazos redondeados y carnosos, piel blanca y pechos más llamativos que son resaltados por los corsés. Además, la figura femenina se embellece con las populares pelucas, los perfumes, los lunares postizos o pintados, los corsés de infarto, los encajes… Un dato, la palabra ‘maquillaje’ data de esta época. Modelo de mujer ideal: Las tres Gracias, de Rubens.
  • * Época Victoriana (siglo XIX): Lo que verdaderamente llama la atención de ésta época es el uso de los corsés para estrechar al máximo la cintura y realzar el busto y las caderas. Estos apretados elementos dejaban sin aliento a muchas mujeres, provocando desmayos o incluso la muerte por la deformación del tórax, que acaba estrujando los órganos vitales. Modelo de mujer ideal: Cualquier mujer con un corsé bien apretado pero que aún estuviera viva.
  • * Principios del siglo XX: El canon de belleza femenina lo marcan las caricaturas del dibujante Charles Gibson. La Gibson Girl es el ejemplo a seguir por las jovencitas de la época: sumisión y obediencia complementado con pechos altos, caderas anchas y nalgas prominentes. Modelo de mujer ideal: Las Chicas Gibson.
  • * Años 1930-40: Es la década de la lencería, la mujer va cobrando protagonismo y la belleza de la mujer, vestida como desnuda, se vuelve importante. Estas se preocupan por su físico para resultar impactantes. Modelo de mujer ideal: Elizabeth Taylor, Greta Garbo, Marlene Dietrich…
  • * Años  1950-60: La exuberancia femenina se apodera de las pantallas. Curvas marcadas, voluptuosidad, piernas infinitas, huesos bien forrados, cabellos rubios… Pero a su vez, los cuerpos pequeños y delgados –niñas con cuerpo de mujer– tipo Lolita, también causaban furor, aunque era menos público debido a sus connotaciones pedofílicas. Modelo de mujer ideal: Marilyn Monroe, Sara Montiel… y en el lado opuesto, Hayley Mills, Audrey Hepburn o Sue Lyon en Lolita.
  • * Años 1970-80: Los cuerpos femeninos se van adelgazando y estilizando, y los pechos cada vez van cobrando más protagonismo y espacio en el cuerpo de las mujeres. Las redondeces empiezan a ser despreciadas y las mujeres ansían lucir bellas en sus bikinis. Modelo de mujer ideal: Ursula Anderss, Bo Derek, Farrah Fawcett, Kim Basinger…
  • * Años 1990: Las mujeres siguen evolucionando en delgadez y pechos grandes y la cirugía estética ayuda a moldear los cuerpos de las que se quedaron en el camino. Grandes o enormes pechos, cuerpos delgadísimos, labios y pómulos prominentes… Asimismo, las mujeres se quedan físicamente estancadas en los treinta y tantos, gracias a las operaciones que estiran la piel para hacer desaparecer las arrugas. Destacan los cabellos oxigenados, las pieles morenas y las prendas que dejan bien poco para la imaginación. Modelo de mujer ideal: Pamela Anderson, Claudia Shiffer…
  • * Nuevo milenio: Si creíamos que las mujeres ya no podían estar más delgadas y operadas, estábamos equivocados. Una nueva generación de modelos esqueléticas (empujadas por las grandes firmas y diseñadores de moda) ha plantado un canon de belleza femenina demencial e insano. Señal de que la sociedad está perdiendo la chaveta. Vemos desfilar en pasarelas y posar para revistas a auténticos esqueletos con pulso bajo el pellejo, cuerpos tan delgados que parecen sacados de un campo de concentración nazi. Modelo de mujer ideal: Kate Moss, Angelina Jolie, Megan Fox, Michelle Jenner…

¿Qué se demuestra con esto?
Que la moda (trasmitida por los medios de comunicación) arrasa con cualquier teoría. El mensaje constante que se le está dando a la mujer es que nunca va a estar lo suficientemente delgada, mensaje muy peligroso ya que puede conducir a alteraciones en la conducta alimentaria como la anorexia o la bulimia nerviosa. 

Otro estudio realizado en Harvard Medical School, muestra el impacto de la llegada de la televisión a la isla de Fiji. En el año 1995 no existía la tele en este archipiélago. Tres años después de transmitir la primera señal televisiva, principalmente series británicas, americanas y australianas, concluyeron:

"En las entrevistas de 1998, las niñas que dijeron mirar televisión tres o más noches por semana tenían un 50% más de probabilidad de sentirse "corpulentas o gordas", y un 30% más de probabilidad de hacer dieta que aquellas que no seguían la televisión con tanta asiduidad. "Antes de 1995, en este país no se hablaba casi nunca de hacer régimen", explica Becker. "La noción de calorías era desconocida aquí". Sin embargo, en las encuestas de 1998, ya un 69% de las niñas dijo haber seguido una dieta, un porcentaje mayor que el de niñas estadounidenses que se someten a un régimen a esa edad"

Estos resultados sorprendieron mucho teniendo en cuenta que en esa población, previamente, la noción de calorías y el peso era de poco interés.

Bien sabido es el poder de los medios de comunicación pero, ojo, querer protegerse de estas enfermedades no implica dar cabida al extremo contrario. El descuido y la sobrealimentación también puede acarrear enfermedades consideradas ya epidémicas como el sobrepeso o la obesidad. En este sentido, aunque los medios de comunicación no sean los únicos responsables, anuncios como este que os dejo aquí, dan que pensar... El spot amplifica los beneficios que tiene tomar un “ColaCao” con galletas, siendo incluso, el desayuno de los atletas, con rima y todo. No olvidemos que la gran mayoría de las galletas contienen cantidades considerables de azúcares simples y grasas saturadas, como ya nos contó Julio Basulto en “Comer o no comer” en un artículo titulado “La galleta María es tan ´bollería´como el croissant”. Sin obviar la poca o ninguna promoción de fruta que señalan en el anuncio. ¿Es realmente un desayuno de atletas?

Aitor Sánchez, el impulsor de otra web que nos gusta mucho, “Mi Dieta Cojea”, colgó hace unos días un video de una campaña anti-obesidad para concienciar a la población de las consecuencias de esta enfermedad. Podéis verlo aquí.

Desde luego que existen múltiples factores que interfieren en la imagen corporal. Sin embargo, se sabe a ciencia cierta que las distorsiones de la imagen y el peso son propias de sociedades desarrolladas y no parecen afectar a países en desarrollo que están más distanciados de los patrones occidentales. A partir de aquí, todo pasa por llevar una dieta saludable y tener el suficiente amor por una misma como para comprender que hay que reconcilarse con el propio cuerpo para no encontrarle defectos que no tiene, dejándose asesorar por el conocimiento científico de cada época (el actual nos informa que muchas mujeres parecen estar quedándose entre dos fuegos: entre las delgadísimas modelos de talla 36 que publicitan las revistas de moda y los voluminosos cuerpos que comienzan a proliferar a consecuencia del sobrepeso y la obesidad) en lugar de por modas pasajeras.

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