Publicado: Lun, 31/03/2014 - 11:20
Actualizado: Lun, 31/03/2014 - 23:44
Seis investigadores mejicanos acaban de publicar un estudio en la revista Nutrición Hospitalaria la mar de recomendable, y que además es de acceso gratuito. Parten de la siguiente premisa: “la literatura es consistente respecto al hallazgo de que madres de niños con sobrepeso-obesidad no perciben de forma adecuada el peso de su hijo, sino que lo consideran como normal y señalan no realizar acciones refiriendo que su hijo no tiene problema con el peso”. También detallan que las madres de niños pequeños consideran que su hijo dejará de tener problemas de peso cuando tenga más edad, empiece a crecer y ser más activo. Ojalá tuvieran razón, pero en la mayor parte de casos, no funciona así.
El estudio, cuya primera firmante es la doctora Yolanda Flores-Peña, confirma que muchas madres subestiman el peso de su hijo. Es algo que, aunque pueda molestar a alguna lectora (no es mi intención, créanme), es conveniente traer a este blog, ya que la madre, tal y como justifican los autores del estudio aquí analizado, es la principal responsable del cuidado y crianza de la mayoría de niños.
La no adecuada percepción materna del peso del hijo puede determinar la actuación de dicha madre para enfrentarse a la preocupante situación. Preocupante por muchas razones, una de ellas porque la mayoría de los niños con obesidad en la infancia seguirán presentando esta dolencia en la vida adulta. En enero de 2014 un estudio publicado en The New England Journal of Medicine reveló que los menores que padecían sobrepeso a los cinco años se enfrentan a un riesgo cuatro veces mayor de padecer obesidad a los 14 años.
El nuevo estudio de Flores-Peña y colaboradores confirma que si las madres de niños con sobrepeso u obesidad tienen una adecuada percepción sobre el peso real de sus hijos, son más proclives a reducir la comida basura en casa, a ofrecer más frutas y hortalizas o a evitar que las raciones servidas al niño en la mesa sean grandes. Aunque la investigación se llevó a cabo con población mejicana, otros estudios de diferentes países revelan los mismos resultados, como uno publicado en BMC Public Health en abril de 2012, y llevado a cabo con ciudadanos alemanes, u otro estudio aparecido en la misma revista en agosto de 2011, que evaluó a población de Finlandia.
Así, ante la duda, consulte con su pediatra o (mejor) con un dietista-nutricionista. Flores-Peña y colaboradores insisten en que cuando el personal de salud comunica a una madre que su hijo tiene problemas de peso, se incrementa la probabilidad de que se perciba de forma adecuada esta realidad y, por tanto, de que aborde la situación en la dirección adecuada.
En mi libro “Se me hace bola” justifiqué que: “los padres con exceso de peso […] tienden a considerar la normalidad del peso de sus hijos ‘al alza’ (cuanto más «fornido», mejor)”, así que si usted, apreciada lectora, querido lector, padece exceso de peso, tenga muy en cuenta lo antes detallado.
Quizá por gremialismo, no puedo dejar de concluir este breve texto con una frase que aparece en el estudio aquí reseñado, y con la que seguro que mis compañeras y compañeros de profesión estarán de acuerdo:
“Se resalta el papel de los profesionales del campo de la nutrición, resultando relevante la consejería y educación nutricional para que las acciones que se implementen sean efectivas, lo cual también debe de considerarse al diseñar e implementar programas de intervención”
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Bibliografía:
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