Publicado: Lun, 02/07/2018 - 09:40
Actualizado: Mar, 03/07/2018 - 08:27
Hace unos días la dietista-nutricionista sevillana Griselda Herrero presentó en Barcelona “Alimentación saludable para niños geniales” (editorial Amat), obra a la que nos referimos en su momento. La presentación fue un éxito y la sala se quedó pequeña. Al finalizar del acto y en respuesta a las preguntas que le formularon los asistentes, Herrero, a la que acompañaba el pediatra Carlos Casabona, dejó algunas perlas antes de regresar a la capital hispalense.
He aquí algunas: “Si tenemos niños insanos, tendremos adultos insanos. No podemos pretender que nuestros hijos sean saludables si no los educamos emocionalmente para que lo sean”, respondió en relación a que la exposición constante a productos excesivamente dulces durante la infancia puede afectar a la salud a largo plazo. “Ya a partir de los 8 años los niños empiezan a comer para satisfacer emociones, pero siempre hay que recordar que la principal función de la comida es nutrir”. “Cuando un niño tiene emociones básicas como la ira o la tristeza, hay que enseñarle a reconocerlas, en vez de intentar borrarlas y aplacarlas con comida ultra-procesada”, dijo.
“El camino del éxito, de hecho, comienza en el embarazo”, prosiguió. “Desde que el bebé está en el feto y su madre toma chocolate para estar más tranquila, ese azúcar, ese mensaje, llega al niño y se convierte en un patrón asociativo, en un referente”. Al respecto, una buena alimentación durante el embarazo no va a garantizar la salud de por vida a los hijos, pero lo que es seguro es que una alimentación inapropiada sí tendrá consecuencias negativas sobre el bebé, que pueden ser para siempre.
“Yo siempre digo que si a un niño se le ofrece una naranja y un bollo para que elija, siempre va a escoger el bollo. Pero si se le da a elegir entre una naranja y una manzana, va a elegir la fruta”, respondió a uno de los asistentes. “No hay que obligar a ningún niño o niña a comer verdura, pero sí tenerla siempre en casa y comerla a menudo”, insistió tras advertir que “no es lo mismo que un adulto comience a comer emocional a los 40 años de edad, que lleve 40 años comiendo emocional desde de que era un bebé”.
Herrero también se mostró muy crítica sobre la idea de que desayunar fuerte contribuye a mejorar el rendimiento escolar o que “el desayuno es la comida más importante del día, como ha querido convencernos la industria agroalimentaria” explicó. “Al final, lo que les estamos dando de desayunar a nuestros hijos son harinas refinadas, azúcares y grasas insanas”, recordó. “Ningún niño tiene mejor rendimiento escolar porque desayune. No es el hecho de desayunar o no lo que influye en el rendimiento intelectual. Lo que sí puede suceder es que los niños que desayunan estén mejor atendidos por sus padres, es decir, que les presten más atención y les dediquen más tiempo. Nos hacen creer que desayunar mejora el rendimiento académico, pero ¿de verdad alguien piensa que dar a un niño para desayunar un zumo procesado, una galleta o unos cereales refinados le ayuda a sacar mejores notas en el colegio?, preguntó (estudios recientes que cita Griselda Herrero en su libro indican que el consumo excesivo de azúcares simples y de determinados tipos de grasas, hidrogenadas o trans, disminuyen el tamaño y la función del hipocampo, lo cual afecta al aprendizaje y a la memoria).
“La alimentación es una parte importante de la educación. Por eso los padres somos responsables de que nuestros hijos sean felices, así como de educarlos para que coman mejor”, indicó justo antes de que una persona del público levantara la mano para formular una pregunta. “Cuando era pequeña –dijo esta persona– mis padres, cuando me negaba a cenar, me decían: ´si no quieres la cena, te la tomas de desayuno´. ¿Qué ha de hacer una madre cuando su hijo no quiere cenar?”, interrogó a Griselda. “Si en ese momento el crío o la cría no tiene hambre y se lo come a las dos horas, pues no representa ningún problema. El problema es que no se coma la verdura y a continuación se coma el bollo o algo parecido. Hay que respetar los niveles de hambre y de saciedad de un niño, siempre que le ofrezcamos alimentos saludables. Pero hay que hacerlo desde muy pequeños”, recomendó Griselda Herrero, directora del Centro Norte Salud Nutrición de Sevilla, al final de su muy nutritiva charla.