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Originario de América, su cultivo se ha extendido por todo el mundo. Los tomates llegaron a Europa en el siglo XVI como planta de jardín y eran de color amarillo. Poco a poco fueron mutando hacia el rosa y el rojo por selección. Al principio se creía que eran venenosos, por lo que no triunfaron hasta años más tarde de llegar del "Nuevo Mundo". En Europa, el tomate recibió nombres muy diversos: "pomo díoro" (es decir, manzana de oro o dorada, como señala un texto italiano de 1544) o "manzana morisca" (en España).