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Correr por la noche podría no ser bueno

Actualizado: Lun, 10/03/2014 - 10:54

Marta Garaulet, catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia

Esta es la conclusión de un estudio publicado en la revista “Chronobiology International” por Marta Garaulet, catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia, en colaboración con José María Ordovás, director del Laboratorio de Nutrición y Genética de la Universidad de Tufs (Estados Unidos).

Garaulet tuvo la deferencia de ponerse en contacto con “Comer o no comer” para informarle del resultado de esta investigación llevada a cabo con las jugadoras del equipo de rugby de las Squalas de San Javier (Murcia), “a las que medimos su temperatura corporal cada diez minutos durante los siete días que duró la investigación –señala desde Murcia– para llegar la conclusión de que correr por la noche no es bueno”.

Para comparar los resultados, las participantes realizaron actividad física controlada (45 minutos corriendo) durante siete días a las 9.00 horas, y la misma intensidad de ejercicio durante otros siete días a las 21.00 horas.

Preguntada sobre si en el referido estudio se valoró la posibilidad de que las mujeres participantes en la investigación pudieran acabar adaptando su metabolismo a correr por la noche con el transcurso tiempo, Garaulet se mostró tajante: “por mucho que una persona sea vespertina o nocturna, nuestro organismo no se habitúa a correr por la noche, incluso aunque se acabe convirtiendo en un hábito”.

“La idea subyacente –explica Garaulet a “Comer o no comer”– es que nuestros órganos y hormonas tienen unos horarios y unos relojes internos que se sincronizan con el exterior. Es por este motivo por el que nuestro organismo está concebido para estar activo por la mañana y relajado por la noche”.

“Hemos descubierto –prosigue Garaulet, que además de catedrática de Fisiología es máster en Salud Pública por la Universidad de Harvard– que las personas que corren por la noche retrasan la hora central del sueño, cuando éste es más profundo y restaurador. Por ejemplo, las jugadoras del equipo de rugby con las que realizamos el estudio cuando corrían por la noche tenían su mejor sueño a las seis de la madrugada, en lugar de tenerlo a las cuatro, como sucedía anteriormente, por lo que se levantaban más cansadas”.

Aunque se trata de un campo incipiente donde todavía queda mucho por investigar, otros estudios  impulsados por Garaulet sugieren que la alteración del ritmo habitual de dormir puede provocar aumento de peso y puede derivar en obesidad, afectando esta condición a adultos y niños.

En este sentido, los datos de esta investigación de Garaulet y Ordovás apoyan la idea de que el deporte durante la noche afecta a la ritmicidad circadiana, pudiendo contrarrestar así algunos de los beneficios sobre la salud vinculados con una actividad física regular. De esta manera, mientras el ejercicio por la mañana mejora la salud circadiana, la actividad física por la noche se asocia con desórdenes del ritmo biológico.

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