Publicidad

Esto es un bodrio

Actualizado: Vie, 06/03/2020 - 10:29

Qué es un bodrio

Dícese de un caldo con algunas sobras de sopa, mendrugos, verduras, legumbres y restos de alimentos que de ordinario se daba a los pobres en las porterías de algunos conventos. He aquí el origen de una expresión que cuenta con otra acepción en el diccionario de la Real Academia Española: “guiso mal aderezado”.

Según el libro “La sopa de los conventos”, un ensayo medio burlesco publicado en 1868 por Vicente de la Fuente (1817-1889), catedrático y rector de la Universidad Central de Madrid y experto en historia eclesiástica, en el siglo XIX era costumbre distribuir la comida sobrante de los conventos (es decir, lo que dejaban los frailes en los platos, los mendrugos de pan que quedaban en la mesa y las peladuras de verdura) a los pobres que no tenían qué comer.

Un rancho inclasificable cuyo sabor quedaba muy alejado de los caldos grasientos y reconfortantes con que soñaban los pobres de la península e islas en épocas de hambruna.

El descuidado uso de los ingredientes (los eclesiásticos de la época tenían fama de desaseados), la nula bondad de las materias primas y la falta de higiene son algunas de las rémoras más citadas que acompañaban a este tipo de caldos que generalmente se repartían en la puerta traseras de los conventos.

De su génesis y posterior evolución tenemos constancia por libros como “Tumbaollas y hambrientos”, de Juan Eslava, donde se da cuenta y se aportan detalles sobre los pasteles de carne de ahorcado denunciados por Quevedo, de los salchichones con gato encerrado y de animales muy menudos de diverso pelaje que muchas veces hicieron de corderos, pavos o conejos.

Con el tiempo, el bodrio pasó a llamarse “sopa boba”, un sopicaldo con huesos y despojos, mendrugos de pan duro picados, todo ello aderezado con vinagre y sal. Su sabor era entre fuerte y nauseabundo, como han dejado testimonio libros como la  trilogía de Pio Baroja “La lucha por la vida”.

Algunos autores creen que se llamaba sopa boba porque los mendigos y los pobres de solemnidad la comían con la boca muy abierta, ya que no acostumbraban a comer con cuchara. Esta manera de comer les hacía parecer bobos. La entrega de esta caldo se popularizó en España desde la Edad Media. Tanto fue así que en el año 1540 se promulgó una ley donde se prohibió la mendicidad a quien no hubiese sido examinado de pobreza. También se llamaba “sopa boba” y “bodrio” a los restos que los comensales no tomaban en las posadas y que acababan repartiéndose entre las personas que a cambio tocaban alguna pieza musical o recitaban versos.

Durante siglos se consideró que destruir el alimento sobrante después de comer, cuando había otros necesitados que podían alimentarse con él, era una atentado contra la naturaleza, que prohibía esta destrucción y, por ende, contra el Derecho Natural que se impartía en las escuelas (si a los frailes les sobraba algo de comida, tenían obligación de darla como limosna).

Tal vez por ello, algunos libros de la época distinguen entre bazofia y porquería. “Los frailes eran y son sucios; lo era su comida, y lo tienen que ser, por necesidad y en grado más eminente, los desperdicios de su comida”, anota De la Fuente en “La cocina de los conventos” sobre este caldo malsano que ha pasado a la historia como sinónimo de comistrajo (mezcla extravagante de alimentos), batiburrillo (combinación desordenada de cosas que no guardan relación entre sí) y potingue (alimento de aspecto y sabor desagradable).

Consulta a un experto

Dietistas-nutricionistas listos para ayudarte a crear los cambios necesarios para mejorar tu vida

Contenido relacionado