Publicado: Mié, 15/07/2020 - 08:28
Actualizado: Mié, 15/07/2020 - 08:28
La revista “Historia y Vida”, a través de “La Vanguardia”, publicó el pasado sábado 11 de julio de 2020 un artículo sobre el mito que señala que comer zanahorias permite tener vista de lince, incluso de búho... Una creencia surgida en la II Guerra Mundial con la que los ingleses querían ocultar a los alemanes que habían descubierto el radar.
A continuación, reproduzco el reportaje en su versión “extended”, ya que algunos párrafos que escribí no pudieron publicarse con el fin de que el reportaje no fuera tan extenso. He aquí el texto:
Las zanahorias han sido promocionadas durante décadas por su eficacia para mejorar la vista, por lo que generaciones enteras de niños y niñas han sido advertidos del peligro de dejarlas en el plato y acabar necesitando gafas. Sin embargo, el verdadero cerebro a la sombra de propagar que comer grandes cantidades de esta raíz permitía a los pilotos ingleses derribar aviones alemanes en noches cerradas fue Winston Churchill. Buen conocedor de la política del palo y la zanahoria, el primer ministro británico dio carta verde para difundir por tierra, mar y aire que la portentosa agudeza visual de los pilotos británicos durante la llamada “Batalla de Inglaterra” que tuvo lugar en la II Guerra Mundial para obtener la superioridad aérea en cielo británico y sobre el Canal de la Mancha, era achacable a los superpoderes que otorgaba el caroteno de las zanahorias. Pero la razón era otra: los ingleses querían ocultar que algunos de sus aviones estaban dotados del sistema “Airborne Interception Radar”, un novísimo sistema de detección que permitía identificar a los bombarderos alemanes antes de llegar a su destino.
Pese a que el Ministerio del Aire de la Gran Bretaña hizo correr la voz de que una dieta rica en esta hortaliza ayudaba a los pilotos británicos a ver a los atacantes nazis incluso con oscuridad total, todo parece indicar que los alemanes no se tragaron el bulo. La inteligencia británica no quería que los alemanes descubrieran la verdadera razón del repentino aumento de bombarderos alemanes derribados, por lo que urdió una explicación que sonara plausible, aprovechando que los bioquímicos acababan de descubrir el mecanismo por el cual el déficit en vitamina A ocasionaba ceguera nocturna, aunque su exceso no premiara con una visión felina, tal y como sostenía el rumor.
A partir de finales de 1940, la prensa británica comenzó a publicar historias extraordinarias sobre la excepcional visión nocturna de pilotos como John Cunningham, capitán del escuadrón 604 y más conocido por el apodo de “Cats Eyes” (ojos de gato) por su sorprendente capacidad para abatir por la noche a los aviones que mandaba Adolf Hitler a descargar sus bombas sobre suelo inglés. Según los archivos de la Royal Air Force, John Ojos de Gato Cunningham consiguió 20 victorias aéreas sobre pilotos de la Luftwaffe. Sin embargo, Cunningham repudió el apodo, especialmente cuando se propagó la teoría de que su puntería era consecuencia de la enorme cantidad de zanahorias que ingería.
Durante los oscuros días de la Segunda Guerra Mundial, John Cat Eyes se convirtió en el primer hombre capaz de derribar a un avión enemigo con ayuda del radar Airborne Interception Mark IV, motivando que fuera festejado como una estrella de cine por hacer frente a las hordas de aviones alemanes que atacaban las costas inglesas. A pesar de que a sus 23 años Cunningham nunca había volado en misión de combate, seis meses después fue agasajado como el piloto más exitoso de la RAF gracias a su habilidad para rastrear aviones enemigos en los cielos color carbón del Reino Unido. Según la prensa de la época, las mujeres se ruborizaban cuando se mencionaba su nombre, los niños fijaron su foto en las paredes de su habitación y los hombres sembraron sus jardines con zanahorias en su honor.
La desinformación fue tan persuasiva que los ciudadanos ingleses se pusieron a comer zanahorias en cantidades exageradas (aprovechando que se trataba de uno de los pocos alimentos que abundaba en Gran Bretaña durante la II Guerra Mundial) con la esperanza de ver mucho mejor durante los apagones nocturnos que precedían a los bombardeos alemanes. Hay cuentos apócrifos de que incluso los alemanes comenzaron a alimentar a sus propios pilotos con zanahorias, ya que pensaban que había algo de verdad en la historia.
Según el Word Carrot Museum, una de las instituciones que más ha investigado el suceso, la imposición del racionamiento comportó una grave escasez de víveres, lo que obligó al Reino Unido a buscar alternativas. El Ministerio de Alimentos (Food Ministry) británico elaboró abundante información sobre las bonanzas de la zanahoria para restar presión a otros alimentos que era imposible obtener durante la contienda. La guerra motivó que viandas básicas como las manzanas, el queso y las cebollas, por ejemplo, fueran cada vez más difíciles de conseguir. En cambio, siguieron habiendo muchos nabos y zanahorias, lo que llevó al Reino Unido a intentar sacar partido de la situación.
El racionamiento de víveres comenzó en Gran Bretaña el 8 de enero de 1940, cuando empezó a racionarse el tocino, la mantequilla y el azúcar. Al llegar al año 1942, muchos otros alimentos, como la carne, la leche, el queso, los huevos, el té, la margarina, el jamón y el aceite estaban restringidos, pero no así las zanahorias, de las que en 1942 llegó a producirse incluso un excedente.
Las libretas de racionamiento se otorgaban a todos los británicos que se registraban en una tienda de su elección. Cuando un ciudadano compraba algo, el tendero marcaba la compra en el libro del cliente. En ocasiones, se hacían excepciones para grupos de personas que necesitaban comida adicional, como los trabajadores de las minas, las componentes del Women´s Land Army (una organización civil creada durante la Segunda Guerra Mundial para que las mujeres pudieran trabajar en la agricultura y reemplazar a los hombres llamados al ejército) y otros miembros de las fuerzas armadas.
A título informativo, también durante la Guerra de Secesión Americana (1861-1865) muchos combatientes de ambos bandos relataron quedarse prácticamente ciegos al anochecer. Dado que hasta 1913 no se descubrió la vitamina A (así llamada por ser la primera en ser descubierta), se achacó la falta de visibilidad en la penumbra al hecho de dormir al aire libre con los ojos abiertos expuestos a la luz de la luna, y de ahí el término “moon blindness” o ceguera de la luna. A consecuencia de ello, se cuenta que los soldados de algunos regimientos eran obligados a marchar poniendo las manos sobre los hombros del compañero que iba delante.
Puedes seguir leyendo el reportaje en el siguiente enlace: "Cómo Churchill trató de ocultar el radar a los alemanes"