Publicado: Lun, 25/03/2013 - 11:31
Actualizado: Lun, 07/03/2016 - 09:53
Pese a que algunos consumidores consideran que el azúcar moreno es nutricionalmente mucho más interesante que el blanco, en realidad las diferencias son muy pequeñas.
En la página 106 de “¿Sabemos lo que comemos?” (RBA), un libro en el que participaron prestigiosos especialistas en nutrición españoles bajo la sabia batuta de M. Carmen Vidal, catedrática de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona, se explica que “aunque el azúcar moreno contiene algunas vitaminas, minerales y aminoácidos, la realidad nutricional es que dichas cantidades no tienen la más mínima relevancia, pues para llegar a representar un aporte significativo debería consumirse una elevada cantidad de azúcar, algo a todas luces indeseable, ya que serían más importantes que las ventajas”.
Justo a continuación añade: “el que muchos consumidores valoren más el azúcar moreno que el blanco puede deberse a un cierto efecto mimético, consecuencia de la creencia de que los productos sin refinar tienen más valor nutritivo. Así, algunas personas creen, erróneamente, que al igual que sucede con los derivados de cereales integrales, el azúcar moreno tiene más fibra, vitaminas y minerales. Craso error: no tiene nada que ver el refinado de los cereales con el del azúcar”.
Por otra parte, “el azúcar blanco ha sido objeto de campañas de descrédito bastante duras en las que se destacaba que sólo aporta calorías vacías, es decir, sin otros nutrientes asociados. Sin embargo, debemos pensar que si el azúcar blanco es una fuente de calorías vacías, el moreno también, pues ambos contienen sacarosa como, prácticamente, único nutriente. Desde el bando contrario se ha señalado, despectivamente, que el azúcar moreno no es más sano sino más sucio, ya que puede contener, por ejemplo, impurezas metálicas”.
Un último apunte: recordemos que nuestro cuerpo es perfectísimamente capaz de generar el azúcar (glucosa) que necesita a partir de los alimentos que ingerimos. Es decir, que nadie vaya a pensar que el azúcar (blanco o moreno) es “esencial”, que no lo es. El que «fabrica» nuestro cuerpo, por cierto, no produce caries ni obesidad. Cosa que sí puede hacer el azúcar refinado escondido en la comida basura que nos sitia por doquier. No estamos hablando del azúcar presente de forma natural en las frutas enteras. La fruta, sea uva, plátano, melón o sandía, no engorda, no da malas digestiones, no fermenta y no hace más que darnos salud. O, mejor dicho, no nos la quita.
Para saber más:
- “¿Sabemos lo que comemos? Salud y seguridad alimentaria, del colmado a casa”, Coordinado por M. Carmen Vidal Carou, RBA. 2003
- Consumer
- “¿Salud o fraude?”, Arnold E. Bender, Editorial Labor. 1987