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Entrevista Mitológica: José Miguel Mulet, autor de “Los productos naturales, ¡vaya timo!”

Actualizado: Lun, 23/09/2013 - 09:39

La ciencia lo ha dejado muy claro: ni los cultivos ecológicos son más respetuosos para el medio ambiente, ni sus alimentos más sanos
Si me hubiera llegado un cheque de Monsanto no me pasaría los domingos planchando, sino que plancharía su tía
Muchos de los productos que utiliza la agricultura ecológica son fabricados por grandes empresas químicas como Bayer, Basf y Monsanto
Es posible que las personas que añoran el sabor de los tomates y de las verduras de su infancia, en realidad magnifiquen aquella época. En todo caso, en esa época no existían los productos ecológicos
El problema es que hay muy poca cultura científica en nuestra sociedad. Si la hubiera, se sabría que una patata, ecológica o no ecológica, encierra hasta 150 sustancias químicas diferentes
Cuando Bimbo dice que tiene una línea de pan 100% natural de alguna forma está diciendo que el resto de su gama, que sí tiene colorantes y conservantes, es basura
Tras la entrevista que me hizo Jordi Évole en “Salvados” mi blog llegó a tener más de 100.000 visitas mensuales
Imagina ir a una tienda a comprar un televisor y, en lugar de comprarte uno nuevo, que el vendedor te convenza para llevarte un “Vanguard” en blanco y negro, mucho más caro que cualquier tele actual

José Miguel Mulet es el azote de los ecologistas. “Mucho misticismo y buen rollo, pero poca base científica”, declara este profesor de Biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia, autor del libro “Los productos naturales, ¡vaya timo!” (editorial Laetoli). Y es que las opiniones de Mulet, que cuenta con la nada despreciable cifra de 7.327 seguidores en Twitter, no dejan a nadie indiferente: “los productos ecológicos no son ni más sanos ni más sostenibles, sólo más pijos” (tituló su crónica “El Mundo”), “No es verde todo lo que reluce” (abrió su reportaje “Público”), “Tan de moda está ´lo natural´ que llegamos a comprar huevos de gallinas desestresadas” (eligió como título “La Gaceta de los Negocios”)… 
(Recogemos ahora la primera parte de esta entrevista, que continúa aquí)

Aunque Mulet no emplea estas mismas palabras a la hora de explicarlo, es de la opinión que la agricultura ecológica utiliza como herramienta de marketing la creencia de que los productos ecológicos nutren más y mejor para vender sus alimentos a precios desorbitados, solo al alcance de elites pudientes. “La agricultura ecológica apela a nuestras emociones para hacernos pagar más”, dice Mulet.

Ahora bien, aunque Mulet probablemente ostenta el récord de insultos e insinuaciones turbias a pie de página (en el apartado habitualmente reservado para que los lectores hagan sus comentarios…), muchas de sus opiniones son irrefutables desde el punto de vista científico. Es decir, con independencia de la opinión personal de cada cual acerca de si los alimentos ecológicos proporcionan realmente muchísimas más vitaminas, antioxidantes, minerales, etc. que los convencionales, la cruda realidad es que, salvo unos pocos estudios alentados por organizaciones ecologistas (o por sociedades que se dedican a la promoción de este tipo de productos, cuando no directamente por empresas comercializadoras…), el grueso de la comunidad científica concluye que “no hay evidencias que muestren diferencias en la calidad nutritiva entre los productos alimenticios cultivados de forma orgánica o de forma convencional”. Esta fue, por ejemplo, la conclusión a la que llegaron en 2009 unos investigadores británicos tras revisar la friolera de 52.471 estudios realizados sobre esta cuestión. La tentación es afirmar que los autores de esos 52.471 estudios realizados en un sinfín de universidades de los cinco continentes fueron comprados por la industria química, por Monsanto, etc., pero no parece este un argumento razonable… Así que, mientras que no se demuestre lo contrario (algunos ecologistas sostienen la teoría de que la ciencia actual no está capacitada para medir las ventajas de los alimentos ecológicos….), hay que quedarse con esa conclusión.

En ese sentido, Mulet (Denia, 1973) no es lo que se dice un “indocumentado”, sino justamente lo contrario: licenciado en Química por la Universidad de Valencia (1996) y doctor en la especialidad de Bioquímica y Biología Molecular, trabajó desde 2003 a 2006 en el “Biozentrum” de la Universidad e Basilea (Suiza). Desde 2008 es profesor de Biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia (donde trabaja más horas de las que están escritas…) y dirige el laboratorio de crecimiento celular del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas, centro mixto del CSIC y de la UPV. También es bien conocido en algunas revistas científicas, donde ha publicado algunas de sus investigaciones, así como es autor del blog “Los productos naturales, ¡vaya timo!”, que se ha convertido en una auténtica referencia científica que leen alrededor de 60.000 personas cada mes (tras ser entrevistado por Jordi Évole en “Salvados” llegó a tener más de 100.000 visitas).

En esta entrevista a tumba abierta con “Comer o no comer” sometemos a la consideración de José Miguel Mulet algunas de las cosas que le reprochan sus detractores, así como sacamos a colación ciertos temas candentes de los que seguiremos hablando en el futuro.

Me enfrento a esta entrevista con un trastorno bipolar: por una parte, reconozco estar en el mismo bando que muchas personas deseosas de preservar el medio ambiente y, por otra, me encuentro con que la inmensa mayoría de los estudios científicos que se han realizado hasta la fecha descartan de plano que los alimentos ecológicos nutran más y mejor, como se sostiene desde círculos alternativos. ¿Qué piensas de este debate?
Pienso que es un ejemplo, de los muchos que hay, de que a veces lo que piensa la gente está reñido con la evidencia científica. En el tema de los alimentos ecológicos, la ciencia lo ha dejado muy claro: ni la producción es más respetuosa para el medio ambiente, ni estos alimentos aportan algún beneficio para la salud. No obstante, se siguen publicitando así… Las estadísticas apuntan que la gente que compra este tipo de alimentos lo hace mayoritariamente, no para proteger al medio ambiente, sino por su salud. ¡Pues habrá que decirles que igual están equivocados! Hace nada, por ejemplo, un informe publicado en “Annals of Internal Medicine” llevó a la Asociación Americana de Pediatría a tener que señalar muy claramente que por favor no se recomendara a los niños comer alimentos ecológicos diciendo que eran mejores para la salud, porque no era el caso.

Justo ahora estaba repasando las entrevistas que has concedido a diversos diarios y me he fijado que cada vez que realizas una entrevista te acusan de trabajar para Monsanto, de estar al servicio de las grandes empresas químicas que comercializan los pesticidas, de haberte vendido a la industria agroalimentaria… ¿No serás también un agente de la CIA?
¡Solo me faltaría eso! A todos los que me acusan de trabajar para Monsanto les recomendaría que vieran la lista de productos autorizados en la agricultura ecológica, porque así se darían cuenta de que allí están Monsanto, Bayer y Basf. O sea, que eso mismo, incluso con más razón, se le podría decir a un agricultor ecológico por consumir productos de estas compañías. Respecto a si estoy comprado por no se quién, pues he de decir que yo los domingos normalmente me los paso en casa planchando. ¡Si me hubiera llegado un cheque de Monsanto creo que iba a planchar su tía…!

Perdona, pero no he acabado de entender qué tipo de relación mantienen Basf, Bayer y Monsanto con los alimentos ecológicos…
Mira, la gente se piensa que los productos ecológicos no utilizan pesticidas. Pero, claro, el que piensa eso es porque no se ha leído el reglamento. Allí se puede encontrar una lista de productos fitosanitarios autorizados en la agricultura ecológica. ¿Por qué se autorizan estos productos? Porque se supone que son naturales, lo cual no quiere decir que sean mejores ni peores, simplemente que son compuestos que están en la naturaleza.

¿Por ejemplo?
Por ejemplo, el cobre, el sulfato de alumbre, la potasa, el spinosad, que es un insecticida que procede de una planta y que es muy tóxico… Sin ir más lejos, sobre la rotenona hay un estudio reciente que la relaciona con el Parkinson, de forma muy lejana, todo sea dicho. La rotenona se utilizaba en la agricultura ecológica y tuvo que eliminarse en 2007 por ser tremendamente tóxica. Lo que te quería decir es que si te fijas en la lista de productos autorizados para la agricultura ecológica, comprobarás que muchos de ellos los producen las grandes compañías químicas. Al final, lo que desea cualquier empresa es vender y tanto le da que sea ecológico o no ecológico.

Permíteme insistir: ¿cobras dinero de las grandes multinacionales y de ciertos lobbies alimentarios por denunciar que los productos naturales y ecológicos son un engañabobos?
Je, je. No, no cobro ningún dinero. Entre otras cosas te voy a decir por qué: porque lo que digo yo lo puede saber cualquiera que lea una revista científica. La diferencia es que yo tengo un blog. Pero no es que allí diga nada raro o que no sepan la mayoría de los mortales…

Me gustaría que explicaras muy brevemente a los lectores de “Comer o no comer” en qué consiste exactamente tu trabajo y en qué momento y por qué razón decidiste arremeter contra los productos ecológicos.
Mira, yo al acabar la carrera de Químicas me dediqué a la investigación. Pero hacia el año 2008 o 2009 logré sacar una plaza de profesor universitario, lo que me llevó a dar clases, algo nuevo para mi. Desde entonces, sigo teniendo mi laboratorio donde hago investigación, tratando de desarrollar plantas transgénicas que toleren el frío o la sequía, y también doy clases, porque sino no me pagarían el sueldo… Total que como fui el último en llegar fue también el último en elegir, lo que motivó que me tocara una asignatura que se llama “Bioquímica Alimentaria”, en la cual no tenía ninguna experiencia. Así que empecé a preparármela y cuando estaba viendo el material que debía de impartir me encontré con que habían muchas cosas de alimentación ecológica, tema en el que, la verdad, no tenía mucha idea. Por ese motivo y por la propia curiosidad de mis alumnos, me puse a investigar, pero no desde el punto de vista del convencido, es decir, del ecólogo, sino desde el punto de vista de las evidencias científicas. Y no las encontré. Y se me ocurrió que podía ser una buena idea para escribir un libro, así que se lo propuse a un editor y me dijo que sí. Lo más gracioso del caso es que el libro costó muchísimo de publicar, porque es una editorial pequeña, hasta el punto de que desde que lo escribí hasta que salió al mercado pasaron casi dos años. Por eso se me ocurrió escribir un blog, para darle un poco de vida al libro hasta que saliera publicado, pensando que al tratarse de una editorial pequeña no iba a tener casi promoción. Así que al final lo que ocurrió es que como tardó tanto en publicarse el libro, cuando lo hizo, el blog ya se había hecho un hueco entre los blogs de ciencia de habla hispana.

¿Cuánta gente lee tu blog?
Mira, si quieres que te lo diga, aquí tengo las estadísticas. Ahora llevo tiempo sin escribir, pero ayer tuve 2.400 visitas. El récord fue en el mes de mayo, cuando publiqué una entrada criticando “la enzima prodigiosa” (que luego se convertiría en la segunda entrada más leída del blog)  y encima fue lo de “Salvados” y Jordi Évole, lo que hizo que superara las 100.000 visitas mensuales, aunque lo normal son 2.000 visitas diarias y 60.000 al mes. La verdad es que el blog está teniendo bastante éxito…

Como bien sabes, en este debate o se es blanco o se es negro, por mucho que entre un color y el otro haya tonalidades intermedias. Empecemos por ahí. En septiembre de 2013 los productos ecológicos representan menos del 4% del total de los alimentos que se consumen en España. Sin embargo, cuando hablas en España con cualquier mujer u hombre de más de treinta o treinta y cinco años de edad, es habitual que manifieste una sentida añoranza por el sabor que tenían en su niñez los tomates, las fresas, las verduras, etc. cuando en aquella época no existían los productos ecológicos. ¿A qué alimentos crees que se refieren?
Para empezar, legalmente en aquella época no había alimentos ecológicos, porque la denominación de agricultura ecológica que reconoce la legislación data de 1991. Respecto a qué tipo de alimentos se refieren esas personas, yo creo que, más que a unos alimentos en concreto, se refieren a sus recuerdos y a su infancia. Ya sabes que cuando pensamos en cosas que vivimos cuando éramos pequeños tendemos en general a dulcificar y a magnificar todo lo que nos pasó en esos años. Vamos a ver una cosa: los sabores, como la propia cocina y no digamos ya la cultura o la música, cambian con el paso del tiempo. Si ahora mismo pudiéramos retroceder cincuenta años atrás en el tiempo nos encontraríamos con sabores nuevos que casi ni recordamos… ¿Por qué? Pues porque han cambiado… Lo que ocurre es que todo el mundo tiende a asociar las cosas que había en su niñez con cosas muy buenas, cuando realmente no es ni mejor ni peor, sino distinto y ya está… A las personas que tienden a dulcificar sus recuerdos, les recomendaría que fueran a ver una película que les gustó mucho cuando eran pequeños a ver qué les parece ahora…

Mucha gente interpreta que los alimentos ecológicos saben mucho mejor cuando la clave, parece ser, no es tanto esa sino que sean variedades tradicionales (orgánicas o no orgánicas) cultivadas cerca del lugar donde se vive en su momento óptimo de maduración…
No estoy de acuerdo en lo de las variedades tradicionales: hay variedades tradicionales que pueden estar muy buenas y otras que no. Piensa, por ejemplo, en dos variedades muy exquisitas de tomate, la raf y la kumato, que son muy recientes, la raf de los años 60´s y la kumato de los ochenta. En los tomates sí que es cierto que el sabor depende mucho de que se haya recogido el fruto en su punto de madurez o de que se haya recogido verde y madurado en cámara. En otros cultivos, en cambio, este factor no resulta tan determinante. Por ejemplo, los mejores melocotones son los de secano. ¿Por qué? Porque ahí lo importante ya no es cómo se recogen, sino que hayan tenido muy poca agua, porque eso es lo que hace que acumulen azúcares. Pasa lo mismo con las uvas, donde el mejor vino es el del año de sequía. Por eso digo que aparte de la variedad o del “genotipo”, influyen las condiciones de cultivo, de maduración y de recogida. Así que para obtener una fruta óptima no solo tienes que tener una buena variedad, sino que el cultivo se efectúe de acuerdo a las condiciones que requiere. Si no es así, puedes tener una variedad muy buena y encontrarte con un producto insípido. Por ejemplo, los tomates kumato están registrados por “Syngenta”, una empresa que solo da la licencia a agricultores que se comprometan a cultivar estos tomates según las condiciones que precisan. Si te fijas, siempre vienen en paquetes de cinco o seis tomates, porque es así como obliga “Syngenta” a distribuirlos para asegurarse de que todos tengan el mismo sabor. Los tomates raf, por ejemplo, para que estén buenos, buenos, buenos, tienen que estar regados con agua salobre. Si tú tienes un tomate raf y lo riegas con agua normal y tal, pues tendrás un tomate que será raf pero que no sabrá a nada.

Me suelo fijar mucho en los comentarios que escriben los internautas a pie de página y he visto uno en concreto que me ha llamado la atención: un campesino de 65 años que cultiva sus tomates con azufre desde que tenía 14 años y que dice estar molesto porque mucha gente piense que sus tomates de toda la vida son una bazofia por emplear este fungicida… Me refiero a que muchas personas siguen creyendo que en los productos “naturales” y “ecológicos” no hay ni rastro de química. ¿Cómo crees que se podría hacer entender a la gente que los alimentos, ecológicos o no ecológicos, son pura química? Es decir, que una patata encierra hasta 150 sustancias químicas diferentes (y lo mismo una manzana o cualquier verdura) y no digamos ya un ser humano….
El problema es que hay muy poca cultura científica en nuestra sociedad, me imagino que por muchos factores: porque a la gente no le interesa, porque los medios de comunicación tampoco apuestan por estimular esta vocación, por los propios científicos que siempre estamos ocupados en otras cosas… En el caso concreto de la alimentación, también pasa que a muchas empresas no les interesa, por la razón que sea, facilitar una información fiable. Por ejemplo, los productores de agricultura ecológica siguen diciendo que sus alimentos son mejores para la salud sin ningún estudio serio en el que apoyarse. También grandes empresas como “Bimbo” tienen una línea de pan Bimbo “100% natural”. Argumentan que es natural porque tu miras la etiqueta y no ves por ningún sitio que tenga conservantes o colorantes etiquetados como E. Realmente, no es cierto del todo porque utilizan vinagre que hace de conservante, pero en fin… Como estrategia comercial, me parece un poco rara, porque da a entender que lo demás de “Bimbo”, que sí que tiene colorantes y conservantes, debe ser malísimo o basura, si hacemos caso de su publicidad… Por eso digo que en el tema de la química hay mucha desinformación. ¿Cómo hacer llegar esa información al consumidor final? Pues informando, que es lo que modestamente trato de hacer con mi blog, y lo mismo que yo otros. En realidad, todos somos química, porque estamos hechos de átomos y moléculas. A partir de ahí, la alimentación es un aspecto más de nuestra vida y es verdad: todo lo que comemos está compuesto por química y no hay más. Luego está también que en la alimentación se venera mucho todo lo antiguo, lo rural, etc., algo que no entiendo… Tú imagínate que fueras a comprarte un televisor y que el dependiente te dijera: “mire, tenemos aquí un televisor tradicional de toda la vida” y te sacara uno de aquellos “Vanguard” en blanco y negro… y que tú encima fueras tan tonto que te lo compraras y además mucho más caro que los demás modelos. Vamos a ver: todo el mundo quiere la última televisión, el último móvil, el último coche, menos en la alimentación, donde queremos lo más antiguo… Por eso digo que el primer fallo es pensar que todo lo que había antes era mejor, cuando si coges un libro de agroquímica de 1940 o 1950 pues….da miedo. En aquellos años se utilizaban compuestos de mercurio, de arsénico y cosas que, por suerte, hoy están prohibidas. Pero, en fin, son modas un poco tontas…

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Sigue leyendo, en la segunda parte de esta entrevista, más opiniones de José Miguel Mulet, entre ellas sobre los alimentos transgénicos o si debería haber un límite a la hora de forzar la fisiología de animales y plantas para que en el futuro no existan, por poner un ejemplo, “gallinas Frankenstein” que pongan huevos sin tregua.

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