Publicado: Dom, 13/05/2018 - 08:13
Actualizado: Mié, 16/05/2018 - 09:16
Algunos clientes de establecimientos ecológicos acostumbran a formularse esta pregunta mientras sus ojos se detienen frente un racimo de uva de Chile o ante una manzana italiana. La respuesta, en clave medioambiental, es que en ocasiones puede resultar más sostenible un tomate cultivado convencionalmente cerca del lugar donde se vive que otro ecológico procedente de otro país. Algunas estudios como “Decisions to reduce greenhouse gases from agriculture and product transport: LCA case study of organic and conventional wheat” han hecho esta comparación para concluir, por ejemplo, que cuando el trigo ecológico se transporta 420 kilómetros más lejos que el no ecológico, el medio ambiente sale perjudicado.
En la práctica, no siempre un alimento ecológico es sostenible para el planeta. La quinua ecológica procedente de Perú, por ejemplo, se vende en los grandes supermercados ecológicos bajo la etiqueta de “bio”, al igual que el teff, el açai y el resto de alimentos foráneos. Sin embargo, aunque la quinua pueda ser “ecológica” en cuanto al modo de cultivo, deja de perder parte de su aureola “amigable” en el mismo momento que exige gastar petróleo para cubrir los 9.123 kilómetros que separan a Perú de España, ya que, como diría el nutricionista-dietista Juan Revenga, “los barcos, aviones y camiones que la transportan no funcionan con besos y abrazos”.
Otro tanto cabe decir de la “carne ecológica”. En este caso, la cuestión no es tanto sustituir la carne convencional por la carne ecológica, sino comer menos carne y punto. Es decir, en ocasiones resulta todavía más importante cambiar la pauta de consumo que priorizar el método de producción.
A modo de resumen, la estrategia más eficaz para velar por la salud del planeta pasa por llevar una alimentación saludable en el día a día donde prevalezcan los alimentos frescos de temporada de origen vegetal. Además, si los productos locales de kilómetro cero son ecológicos, pues todavía mejor. Ahora bien, si los productos “eco” vienen de la Conchinchina, entonces ya es otro asunto…