Publicado: Lun, 20/10/2014 - 09:33
Actualizado: Lun, 20/10/2014 - 10:10
Una persona llega a un bar, se toma un café y deja pagados dos, el suyo y el de otro parroquiano “sin posibles”, al que seguramente jamás conocerá. Hablamos del “caffè sospeso”, una tradición solidaria surgida en la ciudad de Nápoles que han adoptado cientos de cafeterías y restaurantes de Italia, Bulgaria, Rusia, Grecia, México, Chile o España.
Según parece, a principios del siglo XX cuando un napolitano tenía un día excepcionalmente bueno o estaba de un humor inmejorable se puso como costumbre festejarlo tomándose una taza de café y dejando pagados dos, para dejar “en suspenso” el segundo, a la espera de que alguien necesitado pudiera tomárselo y darse una pequeña alegría. Fue así como el italiano Maurizio del Bufalo, de 60 años, recuperó esta práctica solidaria cuando la actual crisis económica comenzaba a cobrarse sus primeras cabezas entre la gente pobre, tras recordar que en 1973, teniendo 19 años, llegó a Nápoles y escuchó pedir a un señor un caffè sospeso. “Ma, cos´è quello” (¿Pero qué es eso?), parece ser que respondió. Y fue entonces cuando el camarero le explicó que había personas que entraban en el local y preguntaban: “¿hay algún café pagado para mí?”.
Sin embargo, es posible que la historia del “caffè sospeso” sea todavía más legendaria. Hay quien argumenta, por ejemplo, que esta práctica proviene del siglo XVII, en concreto del barrio popular de Sanitá, donde anidaba la pobreza sin consideración, lo que llevó a que cuando alguien estaba feliz después de que algo bueno hubiese pasado, en lugar de pagar un café, pagaba dos, el suyo y el del siguiente, fuera un vagabundo o simplemente una persona con la necesidad de tomarse algo caliente.
“Cuando un napolitano estaba contento por cualquier motivo, en vez de pagar solo un café, el que bebería él mismo, pagaba dos, uno para él y otro para el que viniese después con problemas económicos. Es como ofrecer un café al resto del mundo”, explicaba al Corriere Della Sera el escritor Luciano De Crescenzo, autor del libro dedicado al “caffè sospeso” (“El café pendiente: Sabiduría diaria en pequeños sorbos”).
En la actualidad, “el café pagado” se ha propagado por doquier y ya son 115 ciudades de 18 países las que se han sumado a esta iniciativa filantrópica que, con el paso del tiempo, se ha diversificado hasta tal punto que hoy día es posible encontrar a restauradores que han extendido esta práctica a los bocadillos e incluso a los menús. Por haber incluso hay una librería de Salerno (ciudad del sur de Italia que en su día acogió a la Scuola Medica Salernitana, la más importante institución médica de la Europa medieval, y que es considerada "la madre de las universidades modernas", entre otras razones, por permitir a las mujeres ser tanto alumnas como profesoras), donde sus clientes han adoptado la costumbre de comprar un libro y dejar otro pagado para un destinatario desconocido, tal vez con una dedicatoria.