Publicado: Mar, 06/11/2018 - 09:45
Actualizado: Mar, 06/11/2018 - 09:45
Amparo, una lectora de Valencia, nos pregunta qué hay dentro de los nuggets de pollo, ya que nunca se especifica con qué parte del pollo se hacen. En 2013, dos científicos, Richard deShazo, profesor de medicina y pediatría de la Universidad de Mississipi, y su amigo el patólogo Steven Bigler, se propusieron diseccionar el contenido de un nugget del mismo modo que se hace en una autopsia.
Para ello, seleccionaron dos nuggets aleatorios de dos cadenas de fast-food diferentes (de las que los investigadores no proporcionaron los nombres), muy próximas al centro de salud donde trabajaban ambos.
Los resultados de su examen “forense” se publicaron en American Journal of Medicine (te dejamos aquí el abstract): el primer nugget, sin contar el rebozado, estaba compuesto en un 50% por tejido muscular. La otra mitad, era grasa, tejido muscular y nervios.
En cuanto al segundo nugget, estaba compuesto en un 40% por músculo esquelético, mucha grasa y otros tejidos, incluyendo tejido conjuntivo y huesos.
Sin embargo, cuando han sido requeridas por esta cuestión, las principales cadenas de comida rápida han coincidido al señalar que los nuggets se fabrican únicamente con pechuga de pollo. Es más, un año después, en 2014, McDonald´s quiso salir al paso de lo que consideró “rumores infundados” y emitió un vídeo filmado en la fábrica de “Tysoon Foods” que provee de nuggets a McDonald´s para descartar que no usa en ningún momento “baba rosa”, ni las patas ni los picos de los pollos. “Solo hay lo que puedes ver” (en el vídeo), dijo un representante de la empresa: desde los muslos hasta los cuartos traseros.
Y ahí quedó la cosa…
Sin embargo, algunos años atrás, en 2010, Carlos Monteiro y Geoffrey Cannon, del Centro de Estudios Epidemiológicos en Salud y Nutrición de la Universidad de Sâo Paolo de Brasil, publicaron un trabajo sobre la comida ultraprocesada en la revista electrónica World Nutrition, donde aportaron algunos otros datos:
(…) Ahora se usa cada vez más la tecnología de extrusión para fabricar productos. Por ejemplo, los “nuggets” de pollo con frecuencia tienen como ingrediente básico un extracto semi-líquido ‘recuperado mecánicamente’ de sobras de animales que de otro modo serían desechadas, usando moledores y centrífugadoras de alta presión. El material de origen animal así producido es combinado con almidones refinados, aceites y otros sustratos, para que se vea, huela y tenga el sabor de un jugoso trozo de pollo empanizado. Así como los ‘nuggets’ de pollo, hay un gran número de otros productos de marcas nuevas con empaques atractivos, que son fuertemente promocionados y formulados para tener buen olor, sabor y textura. Examinados fuera de tales contextos estimulantes, con frecuencia no parecen alimentos, ya que quedaron completamente ajenos a lo que se encuentra en, o deriva directamente de la naturaleza. Se les confecciona a partir de varios materiales refinados y procesados cuyo costo total es una pequeña fracción del precio final del producto. Cualquier toque ‘saludable’ es aportado con frecuencia por micronutrientes añadidos, cuya presencia se anuncia enfáticamente. Algunos técnicos alimentarios han celebrado estos productos como ‘comida de la era espacial’. Los críticos que prefieren comidas relativamente no procesadas los llaman ‘sustancias comestibles que parecen alimentos’
(…)Por ejemplo, en los años 80 el gremio de fabricantes de alimentos del Reino Unido, la Federación de Comidas y Bebidas Food and Drink Federation), se enfureció debido a las regulaciones propuestas en Europa en cuanto a prohibir el uso de la palabra ‘salchicha’ para referirse a productos que contengan una cantidad relativamente ínfima de carne, y del uso de las palabras ‘helado’ y ‘chocolate’ para referirse a productos con poco o ningún contenido de leche o mantequilla de cacao. Los ‘burócratas malditos de Bruselas’, como se hicieron conocidos al público gracias a gurús de las relaciones públicas a los que el gremio pagó jugosas sumas, plantearon algo importante. Una táctica patriótica sugerida fue la de ‘la salchicha británica’, para referirse a la salchicha ‘petardo (banger)’, llamada así porque su contenido de grasa y agua, absorbido por el ‘relleno’ de almidón al estar fría, hacía que explotara al freírse o ponerse en la parrilla. La estrategia en conjunto, parte de la política general que aún prevalece entre políticos, era ‘la hoguera de regulaciones’. Esto fue alentado por la entonces primera ministra Margaret Thatcher, quien era graduada en química alimentaria. Ella estaba totalmente en pro de los productos procesados. Uno de sus asesores más cercanos fue Hector Laing, luego Lord Laing de Dunphail, el fabricante de galletas. Ella también estaba totalmente a favor de darles a los industriales libertad de acción. A todo producto que se vea o tenga sabor de helado o de salchicha –o carne, o pan, o cualquier otra cosa– se le puede dar ese nombre. Este puede ser ahora el mayor problema para cualquier clasificación de alimentos. ¿Debería darse el mismo nombre de ‘carne’, sin importar si viene de un animal salvaje, un animal que camina por el campo o un animal producido industrialmente? El contenido de grasa, la composición de ácidos grasos y la proporción entre grasa y proteína tienen diferencias sustanciales en estos tres casos.
¿Y qué hay sobre los productos que se hacen pasar por carne, o los productos de carne que son en parte reconstituidos de una pasta semilíquida hecha de piel, raspado de huesos, y otros restos, hechos para verse y saber bien mediante el uso sofisticado de aditivos cosméticos? Los ejemplos incluyen las versiones ‘económicas’ de nuggets de pollo, o mejor dicho nuggets de ‘pollo’, o mejor aún ‘nuggets de imitación de pollo’, o mejor aún ‘nuggets de restos de pollo recuperados mecánicamente’. Lo mejor sería que no hubiera nombre, como resultado de la prohibición del uso de la tecnología para la extrusión de ese sustrato.