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Muy Real: Los “ciberrumores” relacionados con la salud y la nutrición, mayoritarios en la red

Actualizado: Sáb, 31/08/2013 - 13:39

los “ciberrumores” se ceban muy especialmente con la alimentación y la salud (32,5%)
cuanto más grande es el impacto del bulo, más satisfecho se siente el emisor en términos de importancia como divulgador de una historia potente
los bulos de más éxito reproducen algunos tópicos clásicos o se adaptan a los nuevos tiempos

El “Tercer estudio sobre bulos y fraudes en internet”, confirmó que “internet se ha convertido en un canal muy potente para la expansión de bulos” y que “el 92,6 % de los internautas ha recibido una cadena de email, de autoría anónima, con información alarmista (…) con la petición de ser reenviada”.

Por temáticas, los “ciberrumores” se ceban muy especialmente con la alimentación  y la salud (32,5%), la tecnología (13%) y la economía (11%). Mitos alimentarios como que la fruta fermenta después de comer o que las botellas de agua mineral que se guardan en el coche producen cáncer al recalentarse han dado lugar a falsas cadenas solidarias en las que se apremiaba a los internautas a reenviar el mensaje a sus conocidos “para salvar muchas vidas” (sic).

Según informó la periodista Carmen Pérez-Lanzac el 30 de septiembre de 2008 en “El País” en un artículo titulado “Los bulos se disfrazan de noticias en la Red”, “el mismísimo Tim Berners, padre de la World Wide Web, ha creado una fundación para estudiar, entre otras cosas, la fiabilidad de los contenidos”.

El pasado 23 de marzo de 2013, un artículo publicado en “La Vanguardia” con el título “Los bulos invaden la red” se ha hecho eco de esta situación, recogiendo el testimonio de expertos como Guillem Feixas, profesor de la facultad de Psicología en la Universidad de Barcelona. Por su indudable interés, reproducimos lo que le comentó a Joaquim Elcacho, el periodista firmante del artículo, sobre la actual época dorada que viven los bulos:

“Los bulos son una modalidad narrativa que suele tener un cierto impacto emocional, pese a ser falsos”, y a que a las personas nos fascinan “las historias con contenidos emocionales y sorprendentes”.

(…) “Aparte de que dudemos de la veracidad del bulo, hay personas que disfrutan de la fascinación que producen estas historias por el simple hecho de escucharlas y reproducirlas. Y cuanto más grande es el impacto del bulo, más satisfecho se siente el emisor en términos de importancia como divulgador de una historia potente”, explica Guillem Feixas, que trabaja en el departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Barcelona”.

(…) “Para llegar a emocionar al receptor, los bulos de más éxito reproducen algunos tópicos clásicos o se adaptan a los nuevos tiempos y a las nuevas tecnologías”.

(…) “De forma más genérica, el profesor Guillem Feixas indica que los bulos “suelen ser historias que activan emocionalmente al receptor del mensaje; y los humanos buscamos este tipo de activación, por eso vamos al cine, leemos narrativa o miramos la televisión”. El agravante es que una parte de los receptores del mensaje “no sabe filtrar ni discernir la información creíble de la que no lo es, simplemente sube a la montaña rusa emocional del bulo y ya tiene suficiente”.

 

Para saber más sobre algunos bulos alimentarios:

  • Arnold E. Bender, “¿Salud o fraude? La verdad sobre los alimentos y la dietas”, Editorial Labor, 1987.
  • M. Carmen Vidal Carou, “¿Sabemos lo que comemos?”, RBA, 2003.
  • Ben Goldacre, “Mala ciencia: no te dejes engañar por curanderos, charlatanes y otros farsantes”, Paidós, 2011.
  • Julio Basulto y María José Mateo, “No más dieta: por qué las dietas milagrosas no funcionan o cómo aprender a comer saludablemente”, Debolsillo, 2010.
  • Antonio Ortí, Ana Palencia y Raquel Bernacer, “Comer o no comer”, Planeta, 2013.
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