Hoy día pasear por los puestos de verdura de los mercados o por la sección de fruta de los súpers no resulta muy diferente a asistir a un desfile militar, pues todas las frutas y verduras tienen el mismo tamaño y forma. Tanto es así, que muchos tomates o fresas parecen haber sido fabricados con máquinas que los eyectan a todos igualitos.

Sin embargo, y pese a su aspecto resplandeciente, te aconsejamos que elijas tus frutas y verduras en puestos en los que sea posible ver diferentes tamaños y formas, ya que muchas veces la uniformidad es sinónimo de variedades todoterreno demasiado resistentes como para tener sabor, pese a parecer recién salidas de la peluquería.

Así pues, el consejo es quedarse con la belleza interior en lugar de con la pose. En Europa cada vez hay más iniciativas que apuntan en esta dirección. En Francia, por ejemplo, la cadena de súpers “Intermarché” inició hace unos meses una campaña donde se insistía en el hecho de que una fruta sea “fea” no impide que sea de mejor sabor que la que tiene una silueta perfecta: “Il n´y a rien de mal à être moche” (no hay nada malo en ser feo). El escritor Quim Monzó se refirió a esta iniciativa en un reciente artículo y contó que en Alemania tres estudiantes han ideado “Ugly Fruits” (frutas feas) con objetivos similares. Por lo que respecta a Gran Bretaña, la empresa Culinary Misfits explica que sólo usa productos agrícolas descartados por su forma no convencional. Según explicaba su fundadora en el periódico italiano Corriere della Sera “es comida sana e incluso más interesante que el resto, porque no la encuentras ni en los súpers ni en los restaurantes: casi puede considerarse una obra de arte”.

Estamos de acuerdo: las variedades tradicionales cultivadas al sol que privilegian la belleza interior (expresada en aromas y sabores inigualables) resultan mucho más aconsejables que los huecos, insustanciales e insípidos “top models” que lucen en muchas fruterías y verdulerías.