Publicado: Lun, 24/02/2014 - 10:33
Actualizado: Mié, 25/05/2016 - 08:33
Según Tristram Stuart, autor del libro “Despilfarro”, sólo las 40 millones de toneladas de alimentos despilfarradas en Estados Unidos cada año podrían alimentar a los 1.000 millones de personas que se van a la cama con hambre cada día. Y es que un tercio de los alimentos que producimos acaban en la basura, lo que es un insulto para el 12% de la población mundial que pasa hambre.
Según el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, los alimentos se pierden y desperdician a lo largo de toda la cadena de suministro, desde la producción agraria inicial hasta el consumo final en el hogar o en la restauración. En general, en los países de ingresos bajos, la mayoría de los alimentos se pierden en las etapas de la cadena de suministro de alimentos que van de la producción al procesamiento. Por el contrario, en los países de ingresos altos y medianos las pérdidas y el desperdicio son generados fundamentalmente por hábitos de consumo inadecuados.
Probablemente estos datos son conocidos o, como mínimo suenen, pero dada su relevancia los hacemos públicos una vez más tal y como los expone la Comisión Europea en “Stop food waste”: en Europa se despilfarran anualmente alrededor de 90 millones de toneladas de comida, montante que no incluye ni el pescado ni los productos agrícolas descartados antes de su comercialización. A nivel mundial, se despilfarra alrededor de una tercera parte de los alimentos para consumo humano, lo que viene a representar en torno a 1.300 millones de toneladas anuales de alimentos según la FAO. De hecho, el despilfarro en los países industrializados es tan alto como en los países en desarrollo pero si en estos últimos alrededor del 40% del despilfarro ocurre en el proceso productivo en cambio en los países industrializados alrededor del 40% tiene lugar durante la comercialización y por parte del consumidor. Y, dirigiéndonos a estos últimos recogemos textualmente los siguientes 10 consejos de la Unión Europea para “tirar menos residuos alimentarios, ahorrar y proteger el medio ambiente”:
1 Planifica la compra: haz un menú semanal.
Revisa el frigorífico y pega una ojeada a la despensa para ver si cuentas con los ingredientes necesarios y solo a continuación confecciona una lista de la compra en la que sólo figuren los que le hagan falta. Cuando llegues a la tienda, consulta la lista y limítate a comprar lo que lleves apuntado. No te dejes tentar por las ofertas y ni se te ocurra hacer la compra con hambre: volverás a casa con más artículos de los necesarios. Compra la fruta y verdura por piezas en lugar de preenvasada. De esta forma te llevarás exactamente la cantidad que necesitas.
2 Comprueba la fecha de caducidad:
Si no tienes previsto consumir de inmediato un artículo cuya fecha de caducidad esté próxima, coge otro que caduque más tarde o cómpralo el día que realmente vayas a consumirlo. Ten presente la información que “fecha de caducidad” indica que ese alimento sólo puede consumirse con seguridad hasta la fecha señalada (es la etiqueta que suele figurar en la carne y el pescado); “consumir preferentemente antes de…” indica que ese producto mantendrá la calidad esperada hasta el día señalado. Que la fecha de consumo preferente de un producto ya haya pasado no quiere decir que no sea seguro.
3 Tenga en cuenta su presupuesto:
Tirar comida equivale a tirar dinero.
4 Mantén el frigorífico en orden:
Comprueba las juntas del frigorífico y la temperatura en el interior. Para garantizar la frescura y longevidad de los alimentos, debes conservarlos a entre 1 y 5° C de temperatura.
5 Almacena los alimentos,
Siguiendo las instrucciones que figuran en el envase.
6 Rota los alimentos:
Cuando compres alimentos, pon delante los que ya estaban dentro del frigorífico y la despensa y colócalos detrás los que acabas de comprar. Así evitarás el riesgo de almacenar productos enmohecidos.
7 Sirve cantidades pequeñas de comida,
dando a entender que todos pueden repetir una vez que hayan acabado lo que tienen en el plato.
8 Aprovecha los restos:
En lugar de tirar a la basura los restos de comida, utilízalos para la comida del día siguiente, la cena de ese día o congélalos para otra ocasión. La fruta demasiado madura puede emplearse para hacer batidos o tartas. Las verduras que empiezan a ponerse mustias pueden hacerse servir para cremas o sopas.
9 Congela:
Si comse poco pan, congélalo cuando llegues a casa y saca unas cuantas rebanadas dos horas antes de que vayas a consumirlas. Congela alimentos cocinados, así tendrás la cena lista para esas noches en las que estás demasiado cansada o cansado para cocinar.
10 Convierte los residuos en abono:
Si vives en el campo o tienes la suerte de tener terraza…¿por qué no haces compost con las mondas de las frutas y verduras? En pocos meses obtendrás un excelente abono para tus plantas. Los residuos de comida preparada pueden aprovecharse con un compostador doméstico. Solo hay que depositarlos, cubrirlos con una capa de microbios especiales y dejar que fermenten. El producto resultante puede utilizarse para abonar la tierra o las plantas del interior.