Publicado: Mar, 20/03/2018 - 10:52
Actualizado: Mar, 20/03/2018 - 10:52
Otra cigüeña nos ha traído en el pico el libro de Héctor García, un valenciano que vive en Tokio desde el año 2004 y que es autor de “Un Geek en Japón”, obra que ha vendido 200.000 ejemplares, y Francesc Miralles, un periodista barcelonés que escribe artículos de psicología muy recomendables. El libro se titula “Ikigai. Los secretos de Japón para una vida larga y feliz” (editorial Urano).
Al parecer, ambos autores se conocieron una noche lluviosa en Tokio, cuando se encontraron en una de las minúsculas tabernas que abundan en la capital. Fue allí donde se les ocurrió (no se sabe si por culpa del sake, un antiquísimo brebaje hecho a base de arroz que es considerado la bebida de los dioses) escribir sobre el misterioso concepto del ikigai, término que un filósofo francés nombraría como la “raison d´être” y cuya traducción libre podría ser el motivo que nos lleva a levantarnos de la cama cada mañana, “pese a tener mil buenas razones para no hacerlo”, como le gustaba decir a William James, el patriarca de la psicología norteamericana (además de hermano de Henry James, el genial escritor).
Además de “la felicidad de estar siempre ocupado”, el libro investiga la extraordinaria vitalidad de los japoneses que viven en la isla de Okinawa, donde hay 24,55 centenarios por cada 100.000 habitantes, un promedio muy superior a la media mundial.
Tras averiguar el ikigai que rige la vida de los nipones que han soplado más de cien velas en sus pasteles de cumpleaños y la forma con que “microfluyen” (una declinación del concepto flow) por sus rutinas diarias, ambos autores profundizan en la joie de vivre, en la alegría de vivir que les impulsa a seguir celebrando cada amanecer.
De hecho, algunos estudios sobre la longevidad de la isla, sugieren que la vida en comunidad y tener un ikigai claro son tanto o más importantes que la saludable dieta japonesa. Sin embargo, todo cuenta y Héctor García y Francesc Miralles proporcionan algunos datos interesantes sobre la forma de alimentarse de los centenarios japoneses, como que uno de sus refranes más populares es “Hara hachi bu”, que se utiliza antes o después de comer y que podría traducirse como “la barriga llena al 80 por ciento”.
Según puede leerse en el capítulo titulado “La dieta ikigai. Qué comen y beben los más longevos del mundo”, hay varias singularidades que podrían explicar la extraordinaria perennidad de las personas que residen por esos lares. “Los investigadores señalan, por ejemplo, que Okinawa es la única provincia de Japón sin trenes. Sus habitantes están forzados a caminar. También es la única provincia en la que se ha conseguido seguir la recomendación del Gobierno japonés de consumir menos de 10 gramos de sal al día”, apuntan en la página 130. En efecto: en Okinawa consumen 7 gramos de sal diarios, mientras en el resto del país 12. En realidad , lo recomendable son 5.
Otro dato digno de mención: en un estudio llevado a cabo con centenarios de Okinawa, se encontró que consumían 206 alimentos diferentes de forma regular. En concreto, los okinawenses centenarios comen diariamente un promedio de 18 alimentos diferentes. En particular, la población de Okinawa come, al menos, siete tipos de verduras y frutas a diario, cuando en España solo un 11% de los adultos consigue degustar cinco (curiosamente, el segmento de edad que más se acerca a este objetivo en España son los mayores de 64 años de clase media-alta). Por si fuera poco, los nipones, cosas de la vida, apenas consumen azúcar y muy poca carne (una vez por semana). Como resultado, ingieren un poco menos de calorías que en el resto de Japón: 1.785 en lugar de las 2.068 que se consumen de promedio en el país. Otro dato curioso: el té sanpincha es la infusión reina de Okinawa. Se trata de una mezcla de té verde y flores de jazmín.
Un último bocado: si se trata de vivir el máximo de tiempo posible, hay diversos ingredientes que ayudan. A saber: atesorar uno o varios ikigais para despertarse cada mañana, moverse a diario, tener un fuerte sentimiento de pertenencia a la comunidad, ser resiliente (es decir, saber encajar los cambios vitales sin envejecer más de la cuenta por culpa de la ansiedad y el estrés), terminar de comer antes de estar saciado, evitar en lo posible el azúcar, la sal y los productos procesados, ingerir mucha verdura y fruta y no sobrepasarse con las proteínas animales. Y es que, como señala Héctor García citando a Benjamin Franklin, “la felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren cada día”.