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Cuanto menos alcohol, mejor. Cuanto más, peor. Y no hablo del orujo…

Actualizado: Lun, 21/07/2014 - 15:42

A pesar de la buena prensa de la que goza, el alcochol causa más de 200 enfermedades
Según la Organización de Consumidores y Usuarios, el 90% de los adultos españoles incluyen las bebidas alcohólicas como parte de su alimentación
La industria del alcohol está detrás de la percepción equivocada que tiene buena parte de la sociedad y de la idea de que tomar dos vasos de vino diarios protege al corazón, cuando, en realidad, tiene muchos más efectos adversos que beneficiosos
Si se trata de la salud, cuanto menos alcohol mejor, y eso incluye a las cervecitas y a la copita de vino

@JulioBasulto_DN

Tengo la sensación de que a muchísima gente no le va a gustar nada de nada leer este texto. De hecho, intuyo que, solo con el título, ya habrán decidido cambiar de página. Bueno, en realidad no es tanto intuición como mera lógica: el 90% de adultos españoles incluye las bebidas alcohólicas como parte de su alimentación (OCU-Salud nº 93), así que para evitar disonancias cognitivas, muchos lectores o bien cerrarán la página web, o bien pondrán verde al autor, que es gratis. Sea como sea, allá voy.

Más alcohol es peor para la salud, menos alcohol es mejor. Y no, no me refiero solo al whisky, al coñac o al orujo. Hablo de todas las bebidas alcohólicas, y eso incluye a la “cervecita” y al  “vinito”. No sé si saben que en 2007, el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer, en el monográfico que dedicó a la prevención de esta enfermedad, declaró que “las evidencias científicas relacionadas con el cáncer justifican la recomendación de no ingerir bebidas alcohólicas”. Son palabras mayores.

Pero, ¿se estaría refiriendo dicho Fondo Mundial a la cazalla? Sigamos leyendo “[…] esto significa que, teniendo en cuenta las evidencias relacionadas con el cáncer, deben evitarse incluso pequeñas cantidades de bebidas alcohólicas”. Ya, ya, pero a lo mejor hablaban de chupitos de tequila. Pues va a ser que no: “[…] las evidencias muestran que todas las bebidas alcohólicas tienen el mismo efecto. Los datos no sugieren diferencias significativas en función del tipo de bebida. Por lo tanto, esta recomendación cubre a todas las bebidas alcohólicas, sean cervezas, vinos, licores u otras bebidas alcohólicas”.

Cinco años después, en 2012, la Sociedad Americana del Cáncer publicaba una imprescindible guía para la prevención del cáncer en la que leemos: “el consumo total de alcohol es el factor importante, no el tipo de bebida alcohólica consumida”. ¡Qué copiones!

¿Cree, amable lector, que en estos dos años que han pasado desde la aparición de la guía de la Sociedad Americana del Cáncer se han publicado suficientes estudios científicos como para dar la razón al coreado mantra “los médicos recomiendan una copita diaria”? Veamos. En febrero de este mismo año (2014), la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (más conocida por sus siglas IARC) ha publicado su “World Cancer Report” (Informe Mundial sobre el Cáncer). Por si alguien no está al caso, la IACR es una agencia intergubernamental que forma parte de la Organización Mundial de la Salud de las Naciones Unidas. ¿Qué ha dicho tan prestigiosa agencia?  La Dra. Laura A. Stokowski sintetizó la opinión de la IACR (en un artículo para enmarcar), en seis palabras “No amount of alcohol is safe” (no hay una cantidad segura de alcohol). Lo mismito que dijeron en 2007 el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer o, en 2012, la American Cancer Society.

Ah, usted está pensando no en el cáncer, sino en los “probados” beneficios cardiovasculares de la “copita de vino”. Seguro que ha oído hablar de la “paradoja francesa”, según la cual (por hacer un resumen…) los franceses, pese a que toman muchas grasas saturadas, tienen pocos eventos cardiovasculares…gracias al vino. Perdón, gracias al polifenólico vino. Quiero decir, gracias al antioxidante vino. Que diga, antiinflamatorio vino. Mejor: antiagregante vino. Bueno, ese vino que todos sabemos (porque los medios de comunicación no paran de repetirlo), que es tan antimutagénico, tan antiaterogénico y tan anti-invasión de zombies que no sé usted por qué no se ha metido ya dos buenos vasos (que no copas) mientras lee estas líneas. Siga, siga leyendo, pero no empine el codo todavía.

La “paradoja francesa” no tardó en desacreditarse por numerosas investigaciones. El Dr. Timothy S. Naimi y colaboradores citan algunas de ellas en este interesantísimo artículo. Aunque no era difícil desacreditarla, porque nació falta de crédito científico. Los estudios en los que se basaba no eran ensayos controlados (¿leyeron ya el texto Señalar al melón como causa de su pudrimiento?) sino estudios observacionales. Tan observacionales como el que pueden ver en la siguiente gráfica: 

 

Gráfica tomada de http://www.tylervigen.com/view_correlation?id=359 

En esta gráfica podemos constatar que el número de películas en las que ha aparecido Nicolas Cage desde 1999 hasta 2009 se relaciona de forma clara con el número de personas ahogadas en una piscina. Es lo que se conoce como “correlación espuria”. ¿Verdad que no cree usted que Nicolas Cage es el culpable de los ahogamientos? Pues no crea tampoco que “correlación” (los que toman más vino tienen menos infartos) implica “causalidad” (tomar vino protege del infarto). El caso es que el informe “Alcohol en la Unión Europea: consumo, daño y políticas de abordaje”, publicado por la OMS en 2012, llegó a las siguientes conclusiones con respecto al supuesto efecto protector del consumo “moderado” (que debería llamarse “de bajo riesgo”) de alcohol:

  • Solo se “observa” para la enfermedad isquémica, que solo es un tipo de los muchos tipos de enfermedades cardiovasculares existentes.
  • No es aplicable a jóvenes.
  • En personas mayores, el supuesto efecto protector es despreciable si se compara con los beneficios del ejercicio y de una dieta sana.
  • Es probable que se observe en los estudios sin haber tenido en cuenta factores de confusión (quienes toman alcohol con moderación suelen tener: un mayor nivel socioeconómico o cultural, un mejor patrón de alimentación, más acceso a servicios sanitarios, etc.).

Así que de “paradoja francesa” nada. Sí es cierto que los franceses presentan menos eventos cardiovasculares de los que deberían, pero no solo toman vino en las comidas, también hacen muchas otras cosas…sobre todo si los comparamos con los americanos. Hay quien ha ido más allá, afirmando que el vino “protege” de la depresión. Si lo han escuchado alguna vez, no tarden en leer lo que escribí al respecto en septiembre de 2013: “¿Vino para la depresión? Madre mía”.

Pues bien, la OMS resumió la relación alcohol-salud de la siguiente manera: el alcohol es teratogénico, neurotóxico, adictivo, inmunosupresor, perjudicial para el sistema cardiovascular, carcinogénico y aumenta el riesgo de muerte. Y es que aunque hay evidencias que muestran un menor riesgo de ciertas dolencias ante un consumo bajo de alcohol, debemos contrastarlas con los daños asociados con dicho consumo, como el riesgo de cáncer, antes citado. Incluso en el caso de que un consumo bajo de vino tuviera algún beneficio cardiovascular es importante detallar que “más alcohol” no significa “mejor”. Es posible, además, que promocionar el consumo “moderado” de alcohol se traduzca en un mayor número de bebedores. Así lo sugerimos en el año 2009 mis colegas y yo en un documento denominado “Alcohol con moderación y salud”.

Lo cierto es que “más alcohol” es (en palabras de la Dra. Laura A. Stokowski…) “dramáticamente peor” para dolencias como la hipertensión, la fibrilación auricular, el accidente cerebrovascular isquémico y hemorrágico y la miocardiopatía dilatada no isquémica. Stokowski añade algo más: “La evidencia de los efectos nocivos del alcohol es más fuerte que la evidencia de sus efectos beneficiosos”. Importante detalle, sobre todo si tenemos en cuenta que el alcohol es uno de los principales factores de riesgo de muerte prematura en europeos.

Para uno de los autores del informe “World Cancer Report”, el muy reputado Dr. Jürgen Rehm, un menor consumo de alcohol se traduce en una mayor y mejor longevidad. Es por ello que le resulta inexplicable por qué la prensa publicita mucho más los efectos beneficiosos que los perjudiciales. El informe computó cuántos estudios científicos relacionados con el alcohol aparecían en la prensa, para descubrir con horror que “hay muchos más informes sobre el vínculo beneficioso [entre alcohol y salud] que sobre el perjudicial”. El Dr. Rehm se pregunta “Yo no sé por qué un vínculo beneficioso sería más importante que un simple enlace perjudicial, cuando el vínculo beneficioso es aproximadamente una décima parte de la relación perjudicial”. Y yo me pregunto ¿estará la industria del alcohol detrás de dicho desequilibrio? Y yo me respondo: apostaría a que sí (lo haría con la mano derecha encima de este texto). 

El alcohol es, ya lo han visto, un factor de riesgo de cáncer “modificable”, es decir, que podemos modificar. Tanto es así que el Dr. Rehm considera que las bebidas alcohólicas deberían advertirnos en su etiqueta de que el alcohol incrementa el riesgo de cáncer. Me parece divino. Más divinas aún me parecen las siguientes reflexiones de Jürgen Rehm: dado que entre el 80 y el 90% de las muertes por cáncer las causa el tabaco, si un vecino muere de cáncer alguien preguntará “¿era fumador?”. Pero nadie preguntará “¿era bebedor?”, cuando la relación del alcohol con el cáncer oscila entre el 5 y el 40%.

La semana pasada, la OMS publicó su más reciente informe sobre alcohol y salud, denominado “Informe Mundial de Situación sobre Alcohol y Salud”. Publiqué un “tuit” en el que traduje lo más destacable, en mi opinión, sobre la relación entre alcohol, cáncer y enfermedades cardiovasculares. Se lo abrevio en dos líneas: “Un consumo tan bajo como una bebida diaria causa un aumento significativo del riesgo de algunos tipos de cáncer”. Pero ojo: los peligros del alcohol no se limitan al cáncer. Tal y como indica la OMS en este nuevo informe “El alcohol causa más de 200 enfermedades”. Por eso las políticas para controlar el alcohol son como una vacuna.

En el libro “Secretos de la gente sana” (en el que amplío toda esta trama) incluí una cita que les ruego que lean con detenimiento: “Los efectos adversos directos o indirectos asociados al alcohol, son amplios y costosos, y no están confinados a una minoría de bebedores asiduos, ni a un tipo de bebida en particular, sino que son extensibles a toda la población y a las bebidas alcohólicas en su conjunto”. La tomé del Plan europeo de actuación sobre alcohol 2000-2005 (Ministerio de Sanidad y Consumo, 2000). Así que ya ven: hace años que las autoridades sanitarias nos advierten que “cuanto menos alcohol, mejor”, frase acuñada por la OMS en 1996. Quizá sería el momento de añadir algo a ese conocido lema. Algo así como “y eso incluye a las cervecitas y a la copita de vino”.

P.D. Casualidades de la vida, mi amigo y compañero de fatigas Juan Revenga (@juan_revenga) le dedica justo hoy una muy recomendable entrada al recién publicado “Informe Mundial de Situación sobre Alcohol y Salud” de la OMS. No se la pierdan: "Informe OMS 2014: consumo de alcohol y salud en el mundo".

P.D. 2 (21 de julio de 2014). Permítanme citar dos estudios más, recién publicados (julio de 2014). El primero ha combinado un seguimiento prospectivo con un metaanálisis, y constata que incluso el consumo moderado de alcohol es un factor de riesgo de la fibrilación auricular (J Am Coll Cardiol. 2014 Jul 22;64(3):281-9). El segundo también es “de aúpa”. Ha analizado 56 estudios que a su vez examinaron el consumo de alcohol y la salud cardíaca de más de 260.000 personas. La investigación pone en jaque la creencia de que consumir un poco de alcohol es bueno para el corazón ya que su análisis “sugiere que la reducción del consumo de alcohol, incluso en los bebedores que toman poco alcohol o lo hacen con moderación, es beneficiosa para la salud cardiovascular” (BMJ. 2014 Jul 10;349:g4164)

Bibliografía:

  • Barbour V, Clark J, Jones S, Norton M, Veitch E. Let's be straight up about the alcohol industry. PLoS Med. 2011;8(5):e1001041.
  • Basulto J, Manera i Bassols M, Baladia Rodríguez E, Comas Zamora MT. Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas. Alcohol con moderación y salud. 2009. [monografía en Internet]. [citado 6 feb 2011]. Disponible en: http://www.grep-aedn.es/documentos/alcohol.pdf
  • Basulto J. Si las políticas para controlar el uso del alcohol fueran una vacuna. Comer o no comer. 19 de diciembre de 2013. En línea: http://comeronocomer.es/muy-real/si-las-politicas-para-controlar-el-uso-del-alcohol-fueran-una-vacuna
  • Basulto J. ¿Vino para la depresión? Madre mía. Ser Consumidor. 12 de septiembre de 2013. En línea: http://blogs.cadenaser.com/ser-consumidor/2013/09/12/vino-para-la-depresion-madre-mia-por-julio-basulto/
  • Comas Zamora MT, Basulto Marset J, Manera i Bassols M, Baladía Rodríguez E. Los profesionales de la nutrición humana y dietética ¿han de promocionar el consumo moderado de alcohol (CMA)? Nutr Hosp. 2010; 25 (suppl.1): 58. Disponible en: www.goo.gl/3a51W 
  • Holmes MV1, Dale CE2, Zuccolo L3, Silverwood RJ4, Guo Y5, Ye Z6, et al. Association between alcohol and cardiovascular disease: Mendelian randomisation analysis based on individual participant data. BMJ. 2014;349:g4164.
  • International Agency for Research on Cancer. World Cancer Report 2014. Geneva: WHO; 2014.
  • Larsson SC, Drca N, Wolk A. Alcohol consumption and risk of atrial fibrillation: a prospective study and dose-response meta-analysis. J Am Coll Cardiol. 2014;64(3):281-9.
  • Kushi LH, Doyle C, McCullough M, Rock CL, Demark-Wahnefried W, Bandera EV, et al. American Cancer Society Guidelines on nutrition and physical activity for cancer prevention: reducing the risk of cancer with healthy food choices and physical activity. CA Cancer J Clin. 2012;62(1):30-67.
  • Ministerio de Sanidad y Consumo. Organización Mundial de la Salud Europa. Plan europeo de actuación sobre alcohol 2000 – 2005. Copenhague: Oficina Regional de la OMS para Europa; 2000. En línea: http://www.msc.es/en/ciudadanos/proteccionSalud/adultos/docs/planEurActAlcohol.pdf
  • Naimi T, Xuan Z, Saitz R. Immoderately confounding: the effects of low-dose alcohol. Addiction. 2013;108(9):1552-3.
  • Nutt DJ, Rehm J. Doing it by numbers: a simple approach to reducing the harms of alcohol. J Psychopharmacol. 2014;28(1):3-7.
  • Organización de Consumidores y Usuarios. Casi todos bebemos. OCU-Salud . 2010; 93:11-14.
  • Stokowski LA. No Amount of Alcohol Is Safe. Medscape. Apr 30, 2014. http://www.medscape.com/viewarticle/824237 
  • World Cancer Research Fund / American Institute for Cancer Research. Food, Nutrition, Physical Activity, and the Prevention of Cancer: a Global Perspective. Washington, DC: AICR, 2007
  • World Health Organization. Alcohol in the European Union. Copenhagen: WHO; 2012
  • World Health Organization. Alcohol-less is Better. Geneva: WHO; 1996.
  • World Health Organization. Global status report on alcohol and health. Geneva: WHO; 2014.

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