Publicado: Jue, 11/06/2015 - 10:03
Actualizado: Vie, 12/06/2015 - 17:09
La Universidad de Barcelona y la Universidad de Santiago de Compostela han celebrado recientemente una jornada para que tanto los dietistas-nutricionistas como los profesionales de la salud tengan nuevas herramientas para abordar el cambio de hábitos de sus pacientes. Durante el encuentro celebrado en Torribera (Santa Coloma), en un recinto lleno hasta la bandera, se debatió qué hay que hacer cuando el paciente que acude a la consulta no es precisamente la alegría de la huerta o se pone a la defensiva y no consigue sus objetivos.
Y es que no todo es ciencia en la viña del Señor, sino que las personas, finalmente, somos algo parecido a “corazones con patas”. Ello exige a los nutricionistas y dietistas ser muy sensibles con sus pacientes y valorar sus condicionantes personales para no caer en recetas estandarizadas que llevan muchas veces a los clientes a ponerse a la defensiva por temor a ser tratados como un número.
Antes de seguir adelante, hay que decir que la gente salió entusiasmada, casi tanto como si se hubiera bebido uno de esos batidos verdes que publicitan “celebrities diets” como Salma Hayek o Gwyneth Paltrow o, si se prefiere, uno de los botes de espinacas de Popeye el marino. Es lo que tiene el coaching: que desprende energía positiva, sobre todo, cuando se aborda desde una perspectiva científica y no promete el reino de los cielos o el país de las maravillas, sino nuevas maneras de lograr la adherencia a las recomendaciones de los nutricionistas.
La receta para cocinar este guiso ya se ha dicho: cójase un puñado de empatía, añádesele respeto, salpimiente con unas gotitas de escucha activa (recordad siempre, nutricionistas: simplemente escuchar con atención al cliente ya tiene un valor terapéutico…) y de simpatía, sin renegar de la evidencia científica, y ya tenemos un cliente motivado y satisfecho.
Aunque la jornada contó con la participación de primeros espadas cuyas intervenciones resumimos más adelante, también permitió dar a conocer a profesionales menos prestigiosos como, por ejemplo, Inés Montiel, médica de atención primaria en Alicante donde realiza mini-sesiones de coaching de salud pese a tener que atender a decenas de pacientes en poco tiempo. Sin desmerecer al resto de ponentes, Montiel cautivó a “Comer o no comer” al dejar en su intervención un reguero de frases formidables:
“Cada vez hay menos pacientes que aceptan órdenes sin rechistar, como si fueran boy scouts”
“Si el paciente no te entiende no es que no esté a tu altura, sino que tú no te explicas lo suficientemente bien. Este es el cambio de paradigma que hemos de afrontar”.
“A mi me gusta mucho comparar el coach de salud con los antiguos acomodadores de los cines, que te recibían con la sala a oscuras. Cuando alguien no iba a su velocidad, él se acomodaba a tu paso y te iba guiando con su linterna. Generalmente los profesionales actuamos como faros que iluminan desde muy arriba, cuando los verdaderos cambios ocurren cuando uno se convierte en un acomodador, en un facilitador del cambio”
(una frase que recuerda algunos de los aforismos de José Luis Sampedro, el gran humanista español fallecido en 2013 a la edad de 96 años, que nunca quiso que le llamaran maestro: “Una vela, un quinqué dan luz, iluminan, permiten ver; en cambio, unos focos deslumbran, ciegan, dificultan la visión. El maestro está para ayudar a ver, no para cegar a sus discípulos”; otra frase que nos gusta mucho del autor de “La sonrisa etrusca” es “que los estudios científicos han de alumbrar, en lugar de deslumbrar a la población, como sucede la mayor parte de las veces”).
“Lo que nos lleva a la acción son las emociones. Al final, se trata de acompañar a los pacientes para que aprendan a hacer cosas diferentes, tomen conciencia de lo que les pasa y se conviertan en parte activa de sus propias decisiones”
“La vida te reparte las cartas. Sería estupendo poder elegirlas, pero nunca es así. La cosa no consiste en tener las mejores cartas, sino en hacer la mejor jugada con las cartas que te tocan”
“Si no conseguimos motivar al paciente, es posible que no se quiera mover de la enfermedad”
“No hay que decir al paciente ´eres obeso´, sino ´tienes obesidad y lo puedes cambiar´”
“Es muy importante escuchar lo que el paciente no nos está diciendo porque allí está la información importante”
“No hay que ponerse en frente del paciente, sino siempre al lado”
“Existe al menos un rincón del universo que puedes mejorar y que eres tú mismo” (aquí Inés Montiel citó a Aldous Huxley)
Mientras iba intercalando estas píldoras de sabiduría, la doctora Inés Montiel habló con el alma y se refirió a cómo ella misma llegó a pesar más de 100 kilos en un momento puntual de su vida y del viaje a Ítaca que tuvo que emprender para perder peso, así como se refirió a su propia madre –a la que pudimos ver en una fotografía– para remarcar la importancia de estar motivado, en tanto cuando su madre dejó de trabajar perdió la chispa de la vida durante 18 meses hasta que volvió a esperanzarse con un nuevo proyecto.
Y ahora la moraleja: mientras el experto de toda la vida trata a sus pacientes mirándoles por encima del hombro, aposentado en su atalaya de conocimiento, el coach les allana el camino para que puedan ayudarse a sí mismos.
Pero…vayamos con el resto de intervenciones. La jornada la abrió Gemma Peralta, psicóloga clínica de la Fundación Rossend Carrasco y Formiguera y una persona ejemplar en muchos sentidos. Peralta disertó sobre algunos “saboteadores habituales” de la pérdida de peso y recalcó que “la dieta preferida es la que ha llevado al problema”, tras referirse a la presión social a la que están sometidos los esperanzados adelgazantes y la extendida creencia, cimentada en fracasos anteriores, de que logar el objetivo propuesto es difícil y costoso.
También dijo algo que nos llamó poderosamente la atención: “en el caso de las mujeres cuesta menos activar la motivación para implicarlas en el proceso, pero una vez iniciado, es más fluctuante, porque influyen factores emocionales”. “En cambio, en los hombres”, constató Peralta, “cuesta más activar la motivación para implicarles en el proceso, pero una vez conseguido, el proceso de pérdida es más rápido”.
Fue entonces cuando proyectó una diapositiva donde incidió en las diferencias observadas en la práctica clínica en el momento de perder peso. Esto es lo que se apreciaba en la diapositiva:
MUJERES | HOMBRES |
En cuanto al ejercicio físico - Cuesta más que lo activen y lo mantengan | En cuanto al ejercicio físico - Cuesta menos que lo activen y lo mantienen por más tiempo |
En cuanto a la forma de la dieta - Piden mayor posibilidad de elección - Piden que se contemplen extras | En cuanto a la forma de la dieta - Piden más dieta establecida - Piden extras o días libres |
A partir de ahí, Peralta se refirió a la importancia de la entrevista motivacional y dijo –citando a Prochaska y Diclemente– que “la motivación no se ha de entender como un problema de personalidad sino como un estado de disponibilidad o deseo de cambio”. Acabó su intervención citando los diferentes tipos de motivación y explicando la siguiente fábula:
“Hay 3 ranas que se están dejando llevar por el río, encima de una hoja. Una decide saltar al agua… ¿Cuántas ranas quedan en la hoja? La mayor parte de las personas dirán que 2, pero la respuesta correcta es que quedan 3 ranas sobre la hoja. DECIDIR SALTAR Y SALTAR SON DOS COSAS BIEN DIFERENTES” (esta última frase escrita en mayúsculas)
Tras intervenir Gemma Peralta le tocó el turno a Yolanda Fleta, directora de proyectos y coach de “Nutricional Coaching”. Yolanda empezó diciendo que entre 1980 y 2014 la prevalencia mundial de la obesidad se ha multiplicado por dos, hasta el punto de que en 2014 más de 1.900 millones de adultos del planeta Tierra tenían sobrepeso, de los cuáles más de 600 millones tenían obesidad (un 13% de la población mundial: un 11% de los hombres y un 15% de las mujeres). Y lo que es peor: la tendencia no parece que se vaya a revertir.
A la vista de estos datos, Fleta expuso que la propia Organización Mundial de la Salud reconoció ya en 2003 que “el informar y dar consejo por parte del médico, ya no es suficiente para conseguir cambios de comportamiento en el paciente a largo plazo”. Justo a partir de este justo momento hizo acto de presencia el coaching, simbolizado por una frase de Marilyn Ferguson, la autora de “La conspiración de acuario”. La frase dice así: “Nadie puede convencer a otro de que cambie. Cada uno de nosotros custodia una puerta del cambio que sólo puede abrirse desde adentro”.
A partir de ahí, Fleta se refirió a diversas teorías que han acabado confluyendo en el coaching, para dar a entender que se trata de una disciplina que busca la evidencia científica apoyándose en investigaciones realizadas en este campo por instituciones del prestigio de la Harvard Medical School y su “Institute of Coaching”, la Duke University o la Clínica Mayo, las tres de EE.UU..
Fleta dijo sobre este menester que el coaching nutricional es “una emocionante oportunidad” para los nutricionistas en el sentido de abrir nuevas puertas. A tal efecto, si el modelo tradicional de relación entre el experto y el paciente se solía basar en una relación desigual y asimétrica, donde el profesional ejercía de experto y era el único sujeto activo, prescribiendo el qué y el cómo, además de imponer lo que se debía hacer, en el modelo que propone el coaching nutricional el paciente participa y se implica en el proceso y es él quien decide qué y cómo, mientras el profesional se limita a informar, sugerir y preguntar.
La jornada matinal se cerró con la intervención de Francesc Sedó, experto en inteligencia emocional. Sedó insistió en su intervención en la necesidad de ponerse en la piel del otro, lo que le llevó a citar un proverbio sioux: “Antes de juzgar a una persona, camina tres lunas con sus mocasines”.
A juicio de “Comer o no comer”, uno de los momentos más interesantes de su intervención fue cuando se refirió a las tácticas verbales para generar confianza y no caer en el “modo pánico”, dijo, cuando los clientes se resisten a cambiar de vida. “Una de las claves es trabajar con afinidades”, manifestó un momento antes de pedir a los allí presentes que intentaran construir una caja de papel con un folio, en plan origami japonés, algo que consiguieron muy pocos en la sala, por no decir nadie… Algo que le vino al pelo a Sedó para señalar: “A muchos pacientes les lleva un tiempo hacer cosas para las que no están preparados. Hay que ser muy cuidadosos al trabajar con la autoestima de los pacientes”.
Ya por la tarde, Jaume Giménez, quien acaba de publicar junto con Yolanda Fleta “Coaching Nutricional. Haz que tu dieta funcione” (Debolsillo), centró su intervención en las habilidades comunicativas necesarias para conseguir la excelencia profesional. “La relación que se establece entre el paciente y tú y la manera de comunicarte con él puede condicionar el seguimiento del plan dietético”, subrayó justo antes de citar a la Academia de Nutrición y Dietética de los Estados Unidos:
“Ser un nutricionista experto es importante, pero tener la habilidad de comunicar la información de tal modo que la gente pueda aplicarla, es incluso más importante”
La anterior frase le sirvió de preámbulo a Giménez para revelar el modus operandi del coaching: “hacer preguntas poderosas en lugar de proporcionar respuestas, consejos o soluciones inmediatas, que inciten a la reflexión y a la exploración personal”. Por ejemplo: ¿para qué quieres perder peso? en lugar de preguntar ¿por qué quieres perder peso?, pues, según explicó, cuando se pregunta “para qué” la respuesta implica un propósito y una acción, mientras que cuando se pregunta “por qué” la respuesta suele implicar una justificación.
A modo de epitafio (nutricional…) Jaume Giménez dijo dos frases que permanecieron más tiempo que las demás en los oídos de los asistentes:
“El coaching nutricional no es para aquellos que buscan fórmulas mágicas, sino para los que quieren descubrir la magia que supone confiar en uno mismo”
“Cuando estamos decidiendo hacer una cosa nueva estamos decidiendo también dejar de hacer otras”
La jornada vespertina concluyó con la intervención de Gabriela Hernández, psicóloga del Institut de Trastorns Alimentaris quien disertó sobre “La práctica del mindufulness en el profesional de la salud”. Según explicó esta experta, esta palabreja de moda (“mindfulness”, cuya traducción sería algo así como atención plena) tiene más 2.500 años de historia y es una de las piedras angulares del budismo. Sin embargo, empezó a adquirir notoriedad en la década de los años 60´s cuando John Kabatt-Zinn creó una clínica de reducción del estrés en la universidad de Massachusetts, despojando la parte religiosa del concepto y centrándose en desarrollar terapias cognitivas basadas en la atención plena.
De alguna forma, el mindfulness trata de ejercitar la paciencia para no vivir continuamente “on fire” (esto es, permanentemente enchufado, viviendo al límite, encendido, si se prefiere…), algo que puede conducir a trastornos alimentarios. Visto así, dijo Gabriela en su intervención, “el mindfulness es ser paciente con uno mismo y ser paciente con los demás”, pues, entre otras cosas, el mindfulness significa también comer con conciencia plena, recreándose en los sabores y texturas.
Y esto es todo, amigas y amigos. Tal vez falta por decir que nos ha hecho especial ilusión saber que muchos de los asistentes y buena parte de los ponentes sois lectores entusiastas de “Comer o no comer” y que, de momento, no nos pensáis poner a dieta.
Seguiremos informando….